POLÍTICAS PARA CIUDADES SANAS EN ÁFRICA
Por José María Mella Marques, catedrático emérito y miembro de CIVIS-UAM (Alianza de Universidades Europeas, Universidad Autónoma de Madrid)
Los problemas de salud de las ciudades africanas son consecuencia, en buena parte, de la falta de un adecuado tratamiento de los residuos sólidos urbanos (RSU), el transporte urbano y la pobre calidad del aire. En el caso particular de la ciudad de Lubumbashi (República Democrática del Congo), por estar localizada en una provincia minera, la contaminación por metales (cobalto, cobre, plomo, cadmio, …) es una realidad evidente, con efectos nocivos en la salud humana. En RSU, se utilizan métodos inadecuados de vertido o descarga, prácticas de incineración a cielo abierto y reciclaje informal, lo que produce infiltraciones de sustancias tóxicas con efectos cancerígenos. A su vez, las pérdidas de tiempo y productividad en los transportes, la congestión del tráfico, las enfermedades respiratorias, la fatiga mental y física, y los decesos prematuros se multiplican. La calidad del aire está determinada por la contaminación atmosférica. Es la responsable de emisiones nocivas que perjudican la salud humana. Los riesgos para la salud son evidentes: accidentes vasculares cerebrales, cardiopatías, cáncer de pulmón, enfermedades respiratorias y centenares de miles de muertos cada año por estas causas. Son cuestiones que ya han sido tratadas en un artículo anterior. https://aecr.org/es/por unas ciudades sanas en áfrica – AECR, 16/10/2023
Teniendo en cuenta los problemas de salud, las políticas para ciudades sanas en África deberían centrarse en tres ámbitos de intervención: la tecnología, el territorio y los estilos de vida de los ciudadanos. Lógicamente, los instrumentos de intervención podrían ser tanto de mercado como regulatorios, que podrían utilizarse en el corto/medio plazo (un mandato de cuatro años) y en el largo plazo (dos o más mandatos). La elección tanto de los ámbitos como los instrumentos tendrían que diseñarse e implementarse de acuerdo con los diferentes objetivos que se persigan.
El objetivo a corto/medio plazo en el ámbito de la tecnología sería la sustitución de recursos energéticos más contaminantes por otros menos contaminantes. Este proceso puede llevarse a cabo utilizando incentivos para el uso de medios de transporte y equipos domésticos (aire acondicionado, ventiladores) menos contaminantes, impuestos sobre consumos energéticos excesivos y precios discriminatorios en servicios regulados. El objetivo a largo plazo en el ámbito de la tecnología es el cambio técnico en materia ambiental para lograr mayores niveles de eficiencia en la utilización de recursos energéticos (agua, electricidad, combustibles), lo que se traduce en ciudades más sanas.
El objetivo a corto/medio plazo en el ámbito del territorio es el cambio en las pautas de movilidad y elección de los medios de transporte, con incentivos a la utilización del transporte público, el control de la congestión del tráfico y otros, así como la regulación de las zonas más congestionadas. El objetivo a largo plazo en el ámbito del territorio es el cambio de la forma de la ciudad con incentivos a la reutilización de zonas no urbanizadas y/o abandonadas, la creación de zonas verdes y regulando el suelo no utilizado o retenido. Se trata de compactar las ciudades con nuevos residentes y empresas, reducir las distancias recorridas y aumentar las densidades urbanas, lo que permitiría contar con ciudades más habitables, amigables y saludables.
LUBUMBASHI: CONTAMINACIÓN POR MINERALES
El objetivo a corto/medio plazo en los estilos de vida es el cambio en los comportamientos privados/domésticos de los ciudadanos, mediante instrumentos como precios diferentes de la energía eléctrica a lo largo del día, sistemas tarifarios para grandes consumidores de agua, precios de las gasolinas y del transporte público o incentivos de consumos sostenibles, como subvenciones a los electrodomésticos ahorradores de energía, sustitución de ventiladores obsoletos, renovación del parque de vehículos y reducción de tarifas a los consumidores de bajo consumo de agua, y otros instrumentos como campañas publicitarias centradas en el ahorro energético y en el apoyo a tecnologías eficientes en consumo doméstico (grifería, lavadoras, lavavajillas, menores consumos de biomasa (leña) y queroseno, arquitectura domótica, etc.). El objetivo a largo plazo en el ámbito de los estilos de vida es el cambio de costumbres hacia comportamientos sociales más saludables y sostenibles en el que deben participar todos los ciudadanos, los medios de comunicación, los centros educativos y sanitarios, las administraciones y las empresas.
En suma, este conjunto de objetivos, políticas e instrumentos deben coordinarse en un Plan Estratégico por la Salud de la Ciudad y su área de influencia. Este Plan deberá contener un diagnóstico compartido, estrategias, medidas de inversión y fuentes de financiación claramente definidas; además de contar con una buena dirección técnica (por ejemplo, por parte de la Universidad), con el consenso de todos los agentes políticos y sociales de la ciudad, y la participación de todos los ciudadanos.
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