La Riqueza de las Regiones (por la Asociación Española de Ciencia Regional

Reflexionando sobre el presente y el futuro

Reflexionando sobre el presente y el futuro

Por Luis Amador Hidalgo, profesor del Departamento de Economía de la Universidad  Loyola

A menudo, nuestro estilo de vida nos impide pensar y meditar sobre las cosas fundamentales. Sin embargo, vale la pena hacer un receso y reflexionar sobre estas cosas. Así, en plena crisis multidimensional, incluida la sanitaria, y cuando se cumplen trece años, desde el estallido de la crisis financiera de 2007, resulta conveniente tomarse un tiempo y recapacitar acerca de la necesidad de reconvertir las actividades económicas, de manera que puedan ser compatibles con la conservación de los recursos naturales y del medio ambiente.

 

Han transcurrido ya algunos años, desde que comenzó la denominada era conservacionista, y el deterioro del entorno natural continúa su progresión, lo que da pie a pensar que algo está fallando en las políticas de sostenibilidad que se están implementando. Y los problemas económicos y ambientales no se van a solventar mediante la elección de otros políticos en las próximas elecciones. Las contradicciones económico-ecológicas actuales ponen de manifiesto la necesidad de reflexionar sobre las raíces económicas del deterioro ecológico y sobre si las políticas ambientales o, en los últimos años, la gobernanza ambiental, están abordando convenientemente las causas de dicho deterioro. Y es que la crisis ecológica que padecemos es un síntoma claro de los efectos que producen unos patógenos como son los modos de producción y los patrones de consumo insostenibles que se han institucionalizado a escala global. Así, gran parte de la población mundial desea alcanzar los niveles de bienestar material que disfrutan los ciudadanos en los países con economías más desarrolladas. Sin embargo, esos niveles de producción y de consumo se han conseguido a costa de agotar los recursos naturales y energéticos, y de romper los equilibrios ecológicos de la Tierra.

 

Ya casi nadie cuestiona las dramáticas consecuencias que se van a derivar de los males que aquejan a la salud de nuestro planeta. No resulta difícil hacer una estimación de los graves perjuicios que la crisis ambiental causa a todos los seres vivos. Sin embargo, y parece una paradoja, nadie plantea, en estos momentos, posibles escenarios de resolución para una situación, de colapso medioambiental, a la que el orden económico actual nos aboca. No es este el foro adecuado para exponer, en detalle, los impactos negativos que la actividad económica produce sobre la biosfera. Sin embargo, en la era del Antropoceno, lo que hace unas décadas constituían visiones distópicas, propias de series televisivas, novelas y películas sobre el futuro del planeta, hoy cada vez son más reconocibles dentro de los diferentes ámbitos en los que se desarrolla nuestra actividad cotidiana. Y lo peor de todo, en vez de intentar comprender las bases de nuestros errores, nos obstinamos en “empujar la basura bajo la alfombra”. Es necesario desencadenar una reacción global ante el reto medioambiental y de supervivencia al que hemos de hacer frente. Por eso, la distopía, solo es interesante si se gestiona en favor de la consciencia, sobre lo que nos está ocurriendo, y en contra de ese “mirar hacia otro lado” al que nos hemos acostumbrado cuando se apunta al origen de la problemática ambiental.

 

Hace unas semanas, la Directora Gerente del FMI, Kristalina Georgieva, publicaba en un blog un comentario titulado “Medidas de política para mantener la salud de la economía mundial”. Estaría bien que se planteasen, sin más dilación, medidas e iniciativas para preservar la salud del planeta, y la de todos los seres que lo habitan, y también para hacer frente a la crisis ambiental y a sus consecuencias que ya son, y lo continuarán siendo en el futuro, más dramáticas y mucho más graves que las derivadas de la COVID-19.

 

Estamos contaminando, explotando…y debemos repensar el modelo socioeconómico. Tenemos de ser consecuentes con los límites que nuestra casa común nos impone y, por ello, aprender, cuanto antes, a vivir de otra manera. Así lo puso de manifiesto Mahatma Gandhi: “La Tierra brinda lo suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no la codicia de todos. Se trata de aceptar vivir sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir”.

 

Lo que tenemos que pensar y replantearnos, con urgencia, tiene que ver con un equilibrio que se ha roto, el de la relación del hombre con la naturaleza.

 

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