La Riqueza de las Regiones (por la Asociación Española de Ciencia Regional

Dimensión regional de la economía circular

Dimensión regional de la economía circular

Por Josep-Maria Arauzo-Carod – Departament d’Economia – Universitat Rovira i Virgili (ECO-SOS & QURE) – @IND_LOC

 

A pesar de que la economía circular se nos presenta hoy en día como algo novedoso, de hecho no es otra cosa que una vuelta hacia los orígenes y, sobretodo, hacia la manera como se organiza la naturaleza. Pero, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a la economía circular? En concreto, ésta se refiere al conjunto de cambios en los procesos productivos tendientes a una minimización de los residuos y su  aprovechamiento posterior, así como una reutilización y reciclaje de todo tipo de materiales, maquinaria y productos finales, a efectos de llevar a cabo una utilización más racional de los recursos de que disponemos.

Si nos fijamos en las contribuciones académicas en el ámbito de la economía circular, buena parte de ellas se centran en aspectos técnicos relativos a cambios en el diseño de maquinaria o en las materias primas, a efectos de permitir dicho flujo circular, pero muy pocas, por desgracia, se refieren a la dimensión espacial de la economía circular.

A nuestro juicio, dicha dimensión es muy relevante, dado que el circulo cerrado (o casi) en el que debieran funcionar los procesos productivos implica una proximidad espacial entre cada una de las fases a efectos de minimizar las externalidades negativas vinculadas al transporte (uso de energía, contaminación, infraestructuras, etc.). La proximidad es, pues, una dimensión clave de la economía circular y la garantía de su efectividad. Es por este motivo que la economía circular no encaja con la dinámica de las deslocalizaciones industriales, una práctica muy extendida desde los años ochenta del siglo pasado y que, sin embargo, hace ya algunos años que está empezando a recular, aunque de manera muy lenta.

En este sentido, un modelo productivo con unas cadenas de valor fuertemente segregadas espacialmente y en dónde cada una de las fases del proceso de fabricación (así como la producción del conjunto de componentes) tiene lugar en diferentes rincones del mundo no parece que sea la estrategia más idónea para minimizar la generación de residuos y el nivel de emisiones y permitir un mejor aprovechamiento de los materiales y productos generados a lo largo de dicho proceso. ¿Cómo, reutilizar, rehacer y reciclar sería posibles si esto implicara haber de desplazar (en reiteradas ocasiones) componentes y productos hacia países y localidades muy lejanas? La respuesta parece, a todas luces, negativa. Sin embargo, una estrategia que minimice la práctica de las deslocalizaciones y reduzca la distancia geográfica en las cadenas de valor facilita sobremanera la implementación de los principios de la economía circular.

Es por esto que el cambio de tendencia iniciado hace ya unos años gracias al fenómeno del backshoring es una excelente noticia para la implantación definitiva de dichas prácticas y su normalización para la mayoría de sectores productivos. En concreto, el backshoring consiste justamente en un fenómeno contrario al de la deslocalización u offshoring, de manera que una actividad previamente deslocalizada da marcha atrás y vuelve a su territorio de origen (si no totalmente, al menos de forma parcial). El backshoring empezó a observarse hace unos años cuando diversos fabricantes, que previamente habían deslocalizado actividades industriales, llegaron a la conclusión de que los ahorros de costes de producción que obtenían (sobretodo gracias a unos salarios más bajos) no compensaban una menor calidad, unos mayores costos de transporte y una incertidumbre creciente en las cadenas de aprovisionamiento. A la vista de dichas limitaciones algunos de ellos decidieron traer de vuelta (parcialmente) aquellas actividades previamente deslocalizadas, sobretodo las más intensivas en mano de obra cualificada.

A pesar de dichos cambios, es evidente que los niveles de actividad manufacturera en Europa son, hoy en día, inferiores a los de hace unos años, pero también es cierto que las perspectivas son también mejores, dado que el futuro inmediato no se atisba en un contexto de una Europa de servicios y vacía de contenido manufacturero, sino todo lo contrario. Es por todos estos motivos que en un contexto de reindustrialización (como el que se plantea en estos momentos para el conjunto de la UE) es mucho más fácil implementar los principios de la economía circular. A pesar de que la pretendida circularidad es muy difícil de llevar a cabo en muchos ámbitos, es cierto también que la transformación de las manufacturas europeas y su salto hacia adelante en materia tecnológica debería favorecer la adecuación a esta manera de producir, mucho más respetuosa con el medio y, sobretodo, mucho más sostenible. Ahora bien, el éxito de dichas iniciativas dependerá, en buena manera, de la capacidad de integrar en las estrategias de economía circular la dimensión espacial de ésta.

 

“La riqueza de las regiones” constituye un instrumento de comunicación e intercambio de ideas promovido por Asociación Española de Ciencia Regional (AECR). Para más información sobre la actividad de AECR visite su Página Web o síganos en FacebookLinkedin y/o Twitter.