Política de Cohesión y diferencias regionales en grado de apoyo al proyecto de integración europea
Por López-Bazo, Enrique – AQR – Universitat de Barcelona – elopez@ub.edu
Posiblemente el lector de estas líneas coincidirá conmigo en que los carteles y placas con la bandera de la Unión Europea (UE) y el logo de los fondos FEDER, FSE, o de Cohesión, se han convertido en un elemento habitual del paisaje, especialmente de las regiones menos desarrolladas de la UE. Y quizás también esté de acuerdo en que de tanto verlos han acabado pasando inadvertidos para muchos ciudadanos, para los que, además, eso de la UE y Bruselas queda muy lejos, y para los que, en todo caso, lo importante es que también aparece la bandera y el logo de su país y/o región.
Y a todo esto, ¿por qué se empeñará la UE en adornar paisajes por dónde discurren infraestructuras de transporte y edificios de diversa índole con los dichosos carteles y placas? Pues tal vez porque sea la única manera que ha tenido la UE de (tratar de) transmitir a los ciudadanos de territorios muy diversos que existe una política europea de cohesión y de desarrollo regional, y que las infraestructuras, equipamientos diversos, cursos, regeneración de barrios, etc. a los que hacen referencia los carteles y placas han sido, en su mayor parte, financiados con fondos europeos. Y no parece necesario consultar la regulación referida a los mismos para deducir que carteles y placas no están ahí por decisión de alguna autoridad local, regional o nacional, sino que se trata mas bien de una obligación impuesta por quien paga la fiesta (al menos en su mayor parte), es decir, por la Unión Europea.
Evidentemente, hay otros canales a través de los cuáles la UE ha tratado de comunicar los instrumentos y logros de su Política de Cohesión (PC), pero en todos los casos esta circunstancia nos puede llevar a plantearnos si dicha política tiene alguna influencia en la percepción que tienen los ciudadanos sobre la Unión Europea y sus diversos organismos. Parece razonable pensar que los habitantes de una región que recibe muchos fondos de la PC mostrarán una mayor simpatía por la UE que aquellos que viven en regiones en las que la incidencia de la PC es mínima.
Esa es precisamente la cuestión que he analizado en un trabajo, realizado en el contexto del proyecto PERCEIVE del programa H2020, y publicado recientemente en la revista JCMS: Journal of Common Market Studies, bajo el título “The Impact of Cohesion Policy on Regional Differences in Support for the European Union”.
La literatura que ha tratado de valorar, desde diversas perspectivas y aproximaciones metodológicas, si la PC logra sus objetivos (promover el crecimiento, empleo, competitividad, …) es numerosa y abarca varias décadas. Sin embargo, el estudio de uno de sus efectos, digamos que, colaterales solo ha sido considerado recientemente. Me refiero al impacto de los fondos de la PC asignados a una región en la percepción y actitud de sus ciudadanos respecto al proyecto de integración europea y a las instituciones de la UE. Como he indicado anteriormente, cabe esperar que los ciudadanos de regiones más beneficiadas por los fondos reconozcan en mayor medida el esfuerzo de la UE por promover el desarrollo en las mismas y, en consecuencia, tengan una visión más favorable de la UE. No obstante, la evidencia existente hasta el momento no siempre apoya este razonamiento. Quizás el caso más conocido es el referido al abultado voto pro-Brexit en regiones del Reino Unido claramente beneficiadas por la PC, al menos en cuanto a la cantidad de fondos recibidos.
En unos momentos en los que el proyecto de integración europea está amenazado por la retórica anti-UE, alimentada por movimientos populistas y por el resurgimiento de opciones neo-nacionalistas, resulta más interesante que nunca valorar en qué medida la PC puede haber actuado como un contrapeso a la difusión del euroescepticismo. Y es que la PC no solo absorbe un volumen substancial de todo el presupuesto comunitario, sino que además es una de las políticas de la UE con mayor impacto en la vida cotidiana de sus ciudadanos, por lo que tiene un claro potencial como elemento generador de empatía hacia la UE y sus instituciones.
Bajo estas premisas, lo que hago en el trabajo es utilizar los microdatos del Eurobarometro a lo largo del periodo 2000–2016 para construir un par de indicadores de apoyo a la UE en el conjunto de regiones de la UE-28: uno general que incluye tanto elementos afectivos como utilitaristas (específicamente de corte económico), y otro específico basado en la dimensión cognitiva del individuo, es decir de su conocimiento sobre la intencionalidad y efecto esperado de la PC. A continuación, relaciono esos indicadores con las diferencias en la intensidad de la PC en la región, definida como la cantidad de fondos estructurales efectivamente gastados por habitante. Y, en una segunda etapa, complemento ese análisis con el del efecto de la capacidad de la región para gestionar de manera efectiva los fondos que le son asignados.
En su conjunto, la evidencia obtenida me lleva a concluir que el grado de apoyo a la UE no depende de la intensidad de la PC en la región. Este resultado apunta a la ineficacia de los mecanismos de comunicación de los beneficios que la PC tiene para los ciudadanos. Lo que no debe sorprendernos dado que, hasta el momento, la misma no ha incluido entre sus objetivos explícitos el de fortalecer el apoyo popular al proyecto de integración europea.
Por otra parte, los resultados sugieren que podría haber un impacto positivo de la capacidad de la región para absorber adecuadamente los fondos que le son asignados. Concretamente, el apoyo ciudadano a la UE sería mayor en las regiones que gastan de manera equilibrada los fondos asignados a lo largo de los diversos años del periodo de programación. Por el contrario, la concentración al final del periodo podría estar indicando un uso inadecuado y poco efectivo de los fondos, lo que jugaría contra una percepción positiva de la PC por parte de los ciudadanos y, en consecuencia, contra un mayor apoyo a la UE. De ello se puede derivar que un marco institucional apropiado y la participación de agentes económicos y sociales de la región, que favoreciera la gestión efectiva de los fondos y la adecuada ejecución de los proyectos, redundaría en un mayor apoyo a la UE en la región.
“La riqueza de las regiones” constituye un instrumento de comunicación e intercambio de ideas promovido por Asociación Española de Ciencia Regional (AECR). Para más información sobre la actividad de AECR visite su Página Web o síganos en Facebook, Linkedin, Youtube y/o Twitter.