El día que España se paralizó: lo que el apagón nos enseñó sobre la fragilidad regional

Por L. Dary Beltrán, PhD – Departamento de Economía – Universidad Loyola Andalucía –ldbeltran@uloyola.es – @ldbeltranj
En colaboración con
Prof. Manuel Alejandro Cardenete (Universidad Loyola Andalucía)
Prof. Claudio Socci (Università degli studi di Macerata)
Stefano Deriu, PhD (Università degli studi di Macerata)
El lunes 28 de abril, súbitamente, pasadas las 12:30 pm la península ibérica perdió una buena parte de la electricidad, que siguió avanzando hasta lograr interrupciones en el sistema eléctrico francés produciendo una desconexión temporal masiva. La fuerte interconexión de la red eléctrica europea que permite compartir energía entre países y aumentar la resistencia del sistema, en este caso, generó una mala jugada, que tras la repentina caída de la potencia provocó la desconexión de un interconector entre España y Francia, la posible causa que por ahora parece ser plausible, según reportes oficiales que se tienen a la fecha.
En consecuencia, se estima que alrededor de 60 millones de personas, del territorio peninsular, se hayan visto afectadas durante más de medio día. Aunque infraestructuras sensibles como hospitales y las instalaciones nucleares cuentan con generadores de emergencia, un apagón de este calibre trae significantes consecuencias a nivel regional o territorial, afectando a la economía, los servicios básicos, la cohesión territorial y la gestión del estado, mostrándonos altamente vulnerables al detenerse servicios esenciales como el transporte, las comunicaciones, los servicios públicos básicos, adicional al corte de la oferta en las industrias y los comercios, generando importantes pérdidas y el colapso tecnológico y digital.
Por ejemplo, aunque en las grandes ciudades los hospitales suelen tener generadores, si hubiese sido más prolongado, regiones con menor dotación de equipo podría ver comprometida su atención médica, así como el transporte de pacientes debido al corte de las comunicaciones. Similar puede suceder con industrias localizadas en ciertas regiones que, al detener su producción, puede generar pérdidas económicas dispares. Algunas actividades turísticas también pudieron haberse visto afectadas, por ejemplo, en Andalucía. Esto ha motivado a los grupos de investigación de la Universidad Loyola Andalucía y la italiana Università degli studi di Macerata que, con modelización multisectorial se han dado a la tarea de estimar el impacto económico, usando para ello un modelo de equilibrio general computable, modelo que permite medir el impacto del corte energético en el territorio español sobre la producción y la demanda.
Nuestras estimaciones calculan una pérdida en la actividad económica de 1.502 millones de euros equivalente a una caída del PIB de 0,1%. En consecuencia, las industrias que mayormente han contribuido a la caída han sido comercio al por mayor y al por menor, fabricación de vehículos de motor, remolques y semirremolques, suministro de electricidad, gas, vapor y aire acondicionado, por supuesto, almacenamiento y actividades de apoyo al transporte, las actividades de construcción especializadas, agricultura, otras industrias alimentarias, la construcción de edificios, el transporte de mercancías, la industria química y las actividades de alimentación y bebidas.
Contabilidad nacional (2024) | Valor en simulación | Variación (millones de euros) | Variación % | |
PIB | 1.591.627 | 1.590.125 | -1.502 | -0,1 |
Consumo hogares | 871.791 | 870.862 | -929 | -0,11 |
Inversión | 325.881 | 325.341 | -540 | -0,17 |
Exportaciones | 593.562 | 591.457 | -2.105 | -0,35 |
Importaciones | 525.432 | 523.519 | -1.913 | -0,36 |

Lo anterior, solo por mencionar algunas, pues, ante esta situación todas las actividades productivas se han visto afectadas, ya sea, por el efecto directo en sí que se ha simulado como por el efecto indirecto e inducido que acarrean y que, perfectamente es posible capturar con nuestra simulación, gracias a las características del modelo y base de datos multisectoriales usadas. Es el caso, por ejemplo, de agricultura, que si bien, no se ha identificado como directamente afectada por el blackout, se estima que, debido al ajuste de previsiones subsecuentes de otras actividades productivas que requieren activamente de sus productos, reflejaran efectos negativos indirectos e inducidos.
Lo que ha comenzado como una caída abrupta del suministro energético ha paralizado la comunicación e información en regiones con menos cobertura digital, pudiendo quedar incomunicadas, el sistema de transporte, la sanidad parcialmente, la seguridad, el sistema bancario, aunque momentáneamente, afecta la gestión territorial. Sin embargo, detallando el impacto y que, seguramente, inducidamente sea capturado por nuestro modelo, inclusive ha afectado la electrificación de los vehículos, tanto privados como de emergencia, el cual vulnera la actuación temprana en casos de alarma, es decir, no solo refleja un problema técnico que recae sobre los hogares y el comercio; refleja la gran vulnerabilidad a la que la sociedad y la economía puede estar sometida por la gran dependencia a la red eléctrica. Tampoco, seguramente por el corto plazo que manejamos, está siendo capturado el impacto por la inoperatividad del servicio bancario, que, por horas, la mayoría de la población no pudo acceder y que ha traído importantes consecuencias a la actividad productiva nacional. Cabe resaltar, que nuestra simulación recoge el efecto neto, es decir, el efecto de la inoperatividad productiva producida por el blackout, sin considerar los efectos de potenciales intervenciones en apoyo a las actividades productivas.
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