Ciudades pequeñas con grandes sueños (reseña)
Por Fernando Rubiera Morollón, Profesor de Economía Urbana de la Universidad de Oviedo e investigador de REGIOlab – Laboratorio de Análisis Económico Regional
¿Cómo pueden tener relevancia económica, social o cultural ciudades pequeñas o medianas en un mundo globalizado y dominado por las grandes megalópolis internacionales? Esta es la pregunta con la que arranca el nuevo libro de Greg Richards y Lian Duif “Small cities with big dreams” (“Ciudades pequeñas con grandes sueños”) editado recientemente por Routledge.
Según datos de Naciones Unidas (2015) en el mundo existen 28 megalópolis con una población superior a los 10 millones de habitantes. La mayor parte de los estudios académicos sobre planificación o economía urbana han estado centrados en comprender y gestionar las impresionantes dinámicas, positivas y negativas, que estos gigantes urbanos producen. Sin embargo, la suma de la población residente en estas grandes mega-ciudades supone solo el 12% de la población mundial. La mayor parte de la población urbana del planeta, por encima del 30% de la población mundial, vive en ciudades pequeñas o medianas de 300 mil habitantes o menos. Estas ciudades han recibido una atención mucho menor desde el mundo académico.
Las ciudades medias mantienen un tamaño ideal para la vida diaria, adaptado a la escala humana, pero logrando ser, en muchos casos, eficientes realidades de interacción humana donde emergen continuamente ideas, proyectos, actividades sociales y culturales. Aún así este tipo de ciudades pequeñas o medianas esta perdiendo claramente la batalla frente a las grandes aglomeraciones urbanas.
España es un excelente ejemplo de ello. Nuestra red de ciudades medias, construida durante siglos con una casi perfecta distribución a lo largo de la geografía peninsular, esta siendo fuertemente dañada en las dos últimas décadas por un dominio económico, cultural, político y social absoluto de Madrid y Barcelona. Al empuje arrollador de nuestras dos principales metrópolis solo resiste algunas áreas metropolitanas muy bien organizadas y que suman fuertes aglomeraciones de población, como Bilbao, Valencia, Málaga, Zaragoza o Sevilla. La actividad económica se concentra cada vez mas intensamente. Algunos sectores, los mas avanzados o de mayor valor añadido, están casi exclusivamente localizados en ciudades grandes. Las ciudades pequeñas y medianas del centro peninsular o la periferia han empezado a perder población. Los movimientos migratorios hacía Madrid y Barcelona desde las ciudades medias son cada vez mas intensos. El envejecimiento general del país se hace especialmente intenso en estas pequeñas y medianas ciudades y es menos presente en las grandes aglomeraciones. A todo ello no ayuda nada un conjunto de políticas e infraestructuras que favorecen enormemente la centralización de la actividad económica y social del país, como la apuesta por un AVE que refuerza la red radial con Madrid en el centro al tiempo que se ha descuidado totalmente la red ferroviaria de cercanías o de conexión de entornos regionales periféricos.
La obra de Greg Richards y Lian Duif resulta sumamente interesante justamente porque cambia el foco de atención. Cierto que las grandes aglomeraciones, sus problemas y dinámicas, llaman poderosamente nuestra atención. Pero es igualmente cierto que la política y ordenación del territorio de muchos países esta ávida de ideas para reforzar la posición de las pequeñas y medianas ciudades que constituyen su tejido urbano mas relevante. ¿Qué pueden hacer las ciudades medias para enfrentar el crecimiento abrumador de las grandes ciudades? Los autores de este libro revisan muchos ejemplos, la mayoría de ellos de ciudades Holandesas y Alemanas, y la analizan las claves del éxito de algunas ciudades medias del centro y norte de Europa.
Hay dos ideas clave que se deducen de toda la revisión que se hace en este libro. En primer lugar, las políticas que simplemente copian/adaptan lo que hacen las grandes ciudades, desarrollan estrategias similares o tratan de impulsar sectores normalmente atraídos por la presencia de aglomeraciones urbanas son sinónimo de fracaso. Hay que encontrar los elementos endógenos que hacen a cada ciudad especial y única y apoyarlos decididamente. En segundo lugar, hay que entender que se necesitan aplicar políticas y estrategias creativas y de largo plazo, consistentes en tiempo y entre agentes. Es decir, toda la sociedad debe entender la esencia del proyecto y colaborar en el mismo y esto debe mantenerse en un esfuerzo sostenido en medio y largo plazo.
Aquellas ciudades medias que se han apoyado en su propia idiosincrasia y han desarrollado estrategias integrales, creativas y de largo plazo han encontrado un lugar en el mundo y se han señalizado para sobrevivir en la realidad globalizada no solo no perdiendo su identidad sino reforzándola. Creo que la lectura de este libro puede ser muy interesante. Es un texto escrito en inglés y que estudia casos principalmente del centro y norte de Europa pero lleno de ideas perfectamente aplicables a la amplia y valiosa red de pequeñas y medianas ciudades españolas.
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