Ciudades africanas: expectativas y políticas (3/3)*
Ciudades africanas: expectativas y políticas (3/3)*
José María Mella Marques, catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Red de Universidades AMENET (África, Mediterráneo y Europa, financiada por la Unión Europea-Programa Erasmus +).
Las políticas urbanas, para hacer habitables las ciudades africanas, son complejas. Porque son necesarias estrategias diversas y coordinadas -de suelo, vivienda, agua, saneamiento y otros servicios- que aumenten las inversiones.
Pero el aumento de las inversiones precisa de mejores expectativas de crecimiento. En caso contrario, el bloqueo económico de las ciudades africanas se perpetúa. Al reducirse las expectativas de crecimiento se disuaden las inversiones necesarias, empeora el clima de los negocios y no se generan nuevas oportunidades de futuro.
Un elemento que puede afectar negativamente a las expectativas de crecimiento de las ciudades africanas es la legislación sobre la propiedad del suelo. Por ejemplo, en el caso de Nigeria, las transacciones del suelo urbano incurren en elevados costes, pudiendo alcanzar los correspondientes al proceso de titulación el 30% del valor de la construcción y los de transacción pueden situarse entre el 12-36% del valor de la propiedad. El resultado es que el mercado se desarrolla informalmente, al margen de la planificación urbana, convirtiendo los planes urbanísticos en ineficaces.
Ineficaces por carencia de mecanismos de implementación, que reduzcan costes. Ineficaces por fallos institucionales e interferencias políticas, lo que implica regulaciones inapropiadas y directrices opacas, especialmente en relación con la propiedad del suelo, que impiden el acceso al mismo y disuaden el desarrollo formal de los centros urbanos. Ineficaces por el riesgo político de inestabilidad, que puede hacer que las rentas futuras sean impredecibles. La consecuencia final es que los rendimientos de la construcción en las ciudades africanas sean intolerablemente inciertos.
Este círculo vicioso de bajas expectativas contribuye al mantenimiento de economías urbanas fuertemente descapitalizadas, haciendo que su desarrollo sea más difícil. Si una ciudad carece de un plan de servicios e infraestructuras -aguas residuales, drenaje, electricidad, agua potable y conectividad- no puede crecer adecuadamente. Esto implica ineficiencias y mayores costes, porque hay un efecto multiplicador negativo resultante de la interdependencia entre estructuras urbanas, infraestructuras y servicios. La complementariedad de unas con otras hace que la falta de una afecte a las demás. Por ejemplo, la falta de inversión en viarios repercute negativamente en las inversiones privadas en las estructuras comerciales y residenciales; y, al contrario, cuando se produce la inversión, repercute positivamente, generando beneficios.
En conclusión, deben evitarse fallos de coordinación, actuaciones parciales, planes desvinculados de las crecientes demandas de la población, que cierran las oportunidades y expectativas de las ciudades para aumentar su capacidad de prestar servicios para los residentes y las actividades productivas.
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