Los parques científicos y tecnológicos: conocimiento y transferencia
La Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, perteneciente al Ministerio de Economía, Industria y Competitividad de España, define a los Parques Científicos y Tecnológicos como zonas urbanizadas gestionadas por una entidad promotora, cuyas parcelas son ocupadas única y exclusivamente por entidades públicas o privadas cuyo objetivo básico es favorecer la generación de conocimiento científico y tecnológico y la promoción de la transferencia de tecnología.
La creación de los parques científicos y tecnológicos comenzó en los Estados Unidos a principios de la década de los cincuenta. El propósito inicial estaba centrado en la construcción de complejos industriales de alta tecnología donde hubiera una estrecha relación entre universidades, sectores productivos y administraciones públicas.
El auge de los primeros parques fue propiciado por el uso de las entonces nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y ello favoreció que fueran un paradigma para el continente europeo y el resto del mundo. De este modo, Reino Unido y Francia fueron los primeros países europeos que albergaron este tipo de instituciones en los años setenta, sentando las bases para su desarrollo en el resto del continente a lo largo de la década de los ochenta.
En España los parques científicos y tecnológicos tienen una presencia de aproximadamente tres décadas, centrándose su mayor desarrollo a partir del año 2000, como consecuencia del importante crecimiento tanto del número de parques como de entidades ubicadas en los mismos.
De acuerdo con los datos aportados por la Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España (APTE), en su último informe publicado correspondiente al ejercicio 2015, desde el año 2010 el número de entidades instaladas en parques científicos y tecnológicos ha aumentado considerablemente, con un incremento en torno al 40 por ciento.
El cuanto al volumen de negocio generado por los parques, éste ha aumentado notablemente, alcanzando la cifra record de 24.427 millones de euros.
El número de puestos de trabajo creados en estos entornos ha crecido en un 9 por ciento, si bien hay que destacar que donde se ha producido un importante aumento ha sido en el empleo específico en I+D, que es lo que caracteriza la actividad que se desarrolla en estos parques.
Este incremento se ha mantenido en la anualidad de 2015, ejercicio en el que los parques siguieron creando nuevas empresas, construyendo un mapa empresarial que configura un superior protagonismo de las actividades que generan un mayor valor añadido y de los sectores más estratégicos.
Los parámetros anteriores fundamentan la opinión contrastada de que los parques científicos y tecnológicos representan un modelo económico sostenible basado en las interrelaciones entre los principales agentes del sistema de innovación que se encuentran en su entorno, es decir, universidades, empresas, administración y sociedad.
La imbricación de los parques con los territorios ha convertido a aquellos en verdaderos instrumentos de desarrollo económico y social de las regiones donde se encuentran, originando la consideración de parques de tercera generación. De ahí la importancia que tiene para las regiones y los lugares donde se ubican, así como su impacto en el resto del país.
A lo largo de los últimos años, los parques científicos y tecnológicos han ido desarrollando nuevos servicios avanzados acordes con los últimos descubrimientos tecnológicos, por lo que se están convirtiendo en auténticos impulsores de tecnologías que están relacionadas con las Smart Cities, Big Data o Bioeconomía.
Pero es que además, los parques están concentrando el talento y el emprendimiento, que constituyen dos aspectos fundamentales para la creación de laboratorios de nuevos desarrollos con aplicaciones directas en el mercado. Por lo que la tendencia futura es que se siga aumentando la colaboración con las universidades y rentabilizar más el conocimiento, a la vez que desarrollar redes de contacto a nivel internacional en aras a crear mayores niveles de competitividad de las empresas y entidades que concentran, y, por supuesto, conectar los mercados locales con los internacionales.
En conclusión, el horizonte trazado por los parques científicos y tecnológicos se dibuja favoreciendo una economía más competitiva basada en la colaboración e internacionalización empresarial y en el fomento de la transferencia de tecnología y conocimiento entre empresas e infraestructuras de I+D, con la creación de empleo de calidad.
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