La reindustrialización de las regiones españolas
Este artículo ha sido publicado anteriormente en el Blog Aldea Global de ALdE en fecha 12 de marzo de 2021 y lo publicamos en La Riqueza de las Regiones de AECR fruto de una colaboración de ambas asociaciones.
La pandemia del coronavirus ha infligido un considerable daño a la industria española. El VAB industrial se redujo en un 9,3% durante el año 2020 (un 10,6% en las manufacturas), alejándose, no sólo del nivel de 2019, sino también del alcanzado en 2008, que aún no se había recuperado.
La reindustrialización de la economía española es pues hoy una tarea más urgente que nunca, como ya he mencionado con anterioridad en este blog (aqui), y reclama una política industrial ambiciosa, alineada con la que desde hace algunos años se está definiendo desde las diversas instituciones de la UE, bajo el impulso de Alemania y Francia. El Fondo de Recuperación Europeo debería facilitar su puesta en marcha, pero no puede garantizarla, ante todo, por el predominio que se otorga a dos transiciones fundamentales, la ecológica y la digital, que aunque con un importante impacto en la industria, no recogen muchas otras acciones necesarias; y segundo, porque la gestión y orientación de los fondos recibidos va a recaer en buena medida en un conjunto de grandes empresas con fuerza tractora, en estrecha cooperación con las grandes firmas consultoras, y una política industrial ambiciosa exige dotar de más y mejores instrumentos de intervención y gestión a las administraciones públicas.
Desde una perspectiva regional, el año 2020 fue particularmente negativo para las industrias de Andalucía, Baleares, Asturias, País Vasco, Castilla-La Mancha y Navarra, según el Índice de Producción Industrial. En las cinco primeras, el VAB obtenido en 2019 se encontraba por debajo del alcanzado inmediatamente antes de la Gran Recesión, como también ocurría en Cantabria, Canarias, Extremadura, Galicia y Madrid. Así pues, con la excepción de Navarra, todas estas comunidades autónomas han iniciado 2021 bastante lejos de la cifra de producción industrial que alcanzaron en 2008, y tres de ellas, Baleares, Canarias y Madrid con registros inferiores a los que poseían al comienzo del siglo XXI.
Durante las dos últimas décadas, el crecimiento de la industria española ha tendido a concentrarse en las comunidades autónomas que habían logrado previamente un mayor desarrollo industrial, de forma que, en lugar de producirse una convergencia en los niveles de industrialización, se ha producido una divergencia. Han contribuido especialmente a ella Madrid, Baleares, Canarias, Andalucía y Extremadura, con acusadas disminuciones de la importancia de las manufacturas en sus economías, a pesar de partir de niveles ya reducidos en el año 2000 (Gráfico 1). Canarias, Andalucía y Extremadura parecen exhibir una desindustrialización prematura, pues se trata de regiones que, al menos desde 1960, no han conseguido alcanzar un 15% de empleo manufacturero sobre el total, y poseen una renta per cápita inferior a la media nacional (Barandiarán, J., Cardoso, M. y Díez, L. (2019). “Desindustrialización prematura en España”; BBVA Research, Observatorio Económico, 5 de marzo). Baleares y Madrid escapan a esa pauta, porque en algún momento contaron con un peso importante del empleo industrial y su renta per cápita supera hoy la media nacional; la primera de estas regiones, debido a la importancia del turismo; y la segunda de ellas, por el efecto capitalidad y la apuesta por los servicios avanzados, que ha desplazado parte de su industria a las provincias colindantes, sobre todo a Guadalajara. Otras regiones como Asturias y Galicia están amenazadas por ese mismo proceso.
Desarrollar la industria en un amplio número de regiones españolas, frenando su concentración espacial, debe ser uno de los objetivos del necesario proceso de reindustrialización que necesita la economía española. Atender a este objetivo, requiere una política industrial decidida a atraer nuevas empresas, nacionales y extranjeras, a cada territorio, y a aprovechar todas las economías de aglomeración que ofrecen las ya ubicadas en el, explotando a fondo las interdependencias y complementariedades que existen entre ellas (infraestructuras, mercados, tecnologías y cualificación de la mano de obra). Como señalara Paul Krugman ya hace muchos años, en 1992, de la importancia de las economías de aglomeración dan cuenta los sistemas productivos locales existentes, que en el caso de España han adquirido notoriedad en las industrias de automoción, maquinaria, química y plásticos, alimentos, textil y confección, cuero y calzado y productos para la casa (distinguiendo entre los de grandes empresas y distritos industriales, los han definido y cuantificado muy bien Rafael Boix y Joan Trullén en su trabajo “La relevancia empírica de los distritos industriales marshallianos y los sistemas productivos locales manufactureros de gran empresa en España”, Investigaciones Regionales, 19, 75-96, 2011). No parece, sin embargo, que tales sistemas hayan necesariamente de proliferar en mayor medida en unos sectores que en otros. Es muy posible que sean un instrumento de utilidad más general como ha señalado Andrés Rodríguez-Clare (“Clusters and comparative advantage: Implications for industrial policy”, Journal of Development Economics, 82, 43 – 57, 2004).
En España, existe una clara relación entre la importancia de los sistemas productivos locales (SPL), medida por su peso en el empleo manufacturero, y la proporción de las manufacturas en el PIB (Gráfico 2[1]), que probablemente indica una causalidad de doble dirección entre estas dos variables, aunque quizá de diferente intensidad en cada dirección, pero que, en todo caso, parece avalar la importancia de atajar, mediante la intervención pública, los fallos de coordinación en el desarrollo territorial de la industria.
[1] El gráfico muestra una relación entre los SPL en 2001 y el peso de la industria en el PIB en 2019, pero esta relación se mantiene si para la segunda variable se sustituye 2019 por 2001.
“La riqueza de las regiones” constituye un instrumento de comunicación e intercambio de ideas promovido por Asociación Española de Ciencia Regional (AECR). Para más información sobre la actividad de AECR visite su Página Web o síganos en Facebook, Linkedin, Youtube y/o Twitter.