Cuellos de botella en las Ayudas NextGeneration
Por Luis Ángel Hierro – Catedrático de Economía Pública de la Universidad de Sevilla y Vicepresidente de la Asociación Andaluza de Ciencia Regional
El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España, la pata española del NextGenerationEU, ha sido el elemento de resistencia económica, primero, y dinamización económica, después, sobre el que desde 2021 se está relanzando la economía española. El mismo incluye, entre su sinfín de programas, tres programas gestionados por las comunidades autónomas relacionados con la transformación energética: – el Programa MOVES III destinado a la adquisición de vehículos eléctricos y la instalación de puntos de recarga; – el Programa de incentivos al Autoconsumo, Almacenamiento que incluye la instalación de renovables y sistemas de acumulación; – y el programa para la instalación de renovables en industria y servicios. Los niveles de ejecución de esos programas a 29/04/2024 eran los que aparecen en la tabla.
Este tipo de programas que afecta a centenares de miles de ciudadanos y empresas e implican unos importantes costes de gestión privados y públicos. En la parte privada, la gestión se está canalizando a través de las empresas suministradoras o instaladoras, que sobre la marcha han asumido la gestión de la subvención, obviamente incorporando los costes adicionales por la gestión en el precio de oferta aun cuando el mismo no figure en la factura.
Por su parte, en las Comunidades Autónomas la gestión de las ayudas es mucho más complicada ya que las estructuras son rígidas y no están definidas para programas transitorios con un volumen de solicitantes tan grande. Además, nuestras administraciones públicas, venidas a menos por los recortes presupuestarios que erróneamente se llevaron a cabo tras la crisis económica de 2009 y por la persistencia de la nefasta tasa de reposición en la Administración, carecen de un sistema ágil de adaptación a estos volúmenes de gestión. Además, a diferencia de los costes privados, los costes de gestión pública ni se pueden cargar a los receptores de la subvención ni están cubiertos por los fondos NextGeneration, por lo que las comunidades autónomas deben soportarlos por sus propios presupuestos.
El resultado es que las resoluciones de las solicitudes de ayudas para comprar vehículos eléctricos o para las instalaciones de renovables están sometidas a cuellos de botella y que, si bien en la práctica totalidad de las comunidades autónomas está siendo lenta, existen comunidades mucho más afectadas por los cuellos de botella que otras, de forma que, según el destino de las ayudas y según la comunidad, los porcentajes de ejecución son sustancialmente distintos.
En este momento, de las cifras publicadas por el gobierno podemos extraer aún muy pocas conclusiones al respecto de la gestión de las ayudas. Quizás, lo más destacable es: primero, que Extremadura y Murcia, junto con Ceuta y Melilla, deberían reaccionar para acelerar la concesión de sus ayudas, ya que los niveles de ejecución de sus programas son bajísimos; y segundo, que la gestión está siendo más rápida en las subvenciones para la adquisición de vehículos que en las de instalación de energías renovables. Esto último es indicativo de que las singularidades técnicas de las instalaciones de renovables están incidiendo en la mayor lentitud de los procedimientos y que por tanto requieren más esfuerzo de las comunidades autónomas para su aceleración.
Cuando terminen de ejecutarse los programas tendremos una ingente cantidad de información sobre la gestión de estos y podremos hacer un análisis de todos los factores que han incidido en dicha gestión y de cómo remediarlos para procesos futuros. Por ahora, tomemos nota de los cuellos de botella e intentemos solucionarlos.
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