Crisis económica y desindustrialización regional: 2008-2015
Por José A. Camacho Ballesta. Profesor de Política Económica y Director del Instituto Universitario de Desarrollo Regional de la Universidad de Granada
La desindustrialización es un fenómeno que conocimos en las economías desarrolladas en el último tercio del siglo pasado, debido al aumento del nivel de renta que justifica la mayor demanda final de servicios en detrimento de los bienes industriales, así como el cambio de modelo productivo que favorece el proceso de externalización de funciones de servicios en las empresas provocando unos sistemas productivos cada vez más terciarizados. Los países en desarrollo, en las últimas décadas del siglo pasado también han vivido un proceso de desindustrialización “prematura” de sus economías, achacable al mal holandés y la terciarización importada entre otros factores explicativos.
La crisis financiera internacional de 2008 cuyo epicentro se situó en los EE.UU. pasó a ser una crisis económica de alcance mundial, a la que España no ha sido ajena. Desde la perspectiva financiera, el terremoto en el sistema financiero español parece continuar con sus réplicas. Por su parte, en el sistema productivo, se hablaba de la crisis “del ladrillo” y efectivamente el sector de la construcción ha sido el más castigado, su régimen de adelgazamiento lo ha llevado a un estado “anoréxico”, pero también estamos asistiendo una desindustrialización especialmente preocupante en muchos territorios, que puede asemejarse a esa desindustrialización prematura de las economías en desarrollo para el caso de nuestras regiones más atrasadas.
En este documento las referencias se han limitado a la Encuesta Industrial de Productos elaborada por el INE, aunque tenemos información sectorial más reciente sobre el mercado de trabajo a través de la EPA, hemos desestimado esta fuente, ya que el comportamiento del empleo y el análisis de la productividad del trabajo, requieren de un estudio más pormenorizado para este periodo, sobre todo si pretendemos dar una visión a escala regional que nos obliga a una labor de síntesis.
El sector industrial en España está sufriendo una profunda transformación ocasionada por la crisis económica (2008-2015), resultando una concentración en torno a tres grandes clústers, el agroalimentario, el químico farmacéutico y el material de transporte que acaparaban conjuntamente en 2015 el 55,7% de la producción industrial. El resto de actividades industriales, ninguna alcanzaba los dos dígitos en su importancia relativa, mientras que sus tasas de variación señalan pérdidas generalizadas a lo largo de esta crisis, siendo especialmente significativas las industrias auxiliares de la construcción (-30% al -50%), seguidas de las industrias de equipamiento del hogar.
A través de un análisis descriptivo de los datos, para conocer la estructura industrial de cada una de las regiones españolas, calculando sus índices de especialización industrial y observando los cambios en el periodo 2008-2015, obtenemos el siguiente panorama:
Las actividades agroalimentarias son uno de los pilares de la industria en todas las regiones, salvo en el caso del País Vasco. En algunos casos como Extremadura, la Rioja, Castilla la Mancha y Canarias supone alrededor del 40% de su industria; entorno al 30% se sitúa en Andalucía, Castilla León y Murcia.
El material de transporte es una actividad relevante en las regiones donde las multinacionales del automóvil tiene una cadena de montaje, lo ha posibilitado el desarrollo de una importante industria auxiliar, así alcanzan cuotas próximas al 30% en el caso de Aragón, Castilla y León y Navarra; en torno al 20% en Madrid, Galicia y Comunidad Valenciana, y con valores menos relevantes en Cataluña y País Vasco.
EL tercer cluster “Coquerías, refino, químicas y productos farmacéuticos”, es especialmente relevante en la región de Murcia, Cartagena-Escombreras acaparando el 42,2% de la actividad industrial de la región. En Andalucía el polo químico de Huelva, junto a la Bahía de Algeciras, alcanza el 30% de la industria. Menor importancia relativa, entorno al 20%, tiene para la industria regional de Madrid, Cataluña y Castilla la Mancha. Suponiendo entre el 10 y el 15% en los casos de País Vasco, Cantabria y Comunidad Valenciana.
Por último, además de los tres clusters nacionales identificados, emerge un cuarto, específicamente regional, que es el energético “Producción de energía eléctrica, gas y vapor”. Por una parte, las regiones insulares especializadas en las actividades ligadas al turismo necesitan energía local debido a las dificultades para su importación, lo que convierte a la energía en un sector vital para estas regiones que tienen una escasa actividad industrial. En el caso de Asturias su especialización en las actividades energéticas está vinculada a otras actividades industriales estratégicas de la región como lo son la “Producción, 1ª transformación y fundición de metales” que supone un 31,6% de su industria y que son consumidoras intensivas de energía. Para finalizar, la cuarta región con especialización energética es Extremadura, por factores totalmente ajenos a la necesidad regional de abastecimiento, como lo son su dualidad energético-agroalimentaria de su industria, así como, el conjunto de decisiones gubernamentales de localización de plantas energéticas desde la segunda mitad del siglo pasado, así como el actual desarrollo de energías renovables.
De esta forma, la dinámica de las crisis está llevando a una desindustrialización masiva de gran parte de las regiones españolas, con una concentración de actividades en sectores industriales tradicionales, reduciéndose la diversificación industrial y el peso de esta actividad en la economía. Como excepción, debemos de resaltar el caso del País Vasco que a pesar de la caída de 20% en su producción durante el periodo de crisis, aún mantiene una significativa y diferencial diversificación industrial.
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