La Riqueza de las Regiones (por la Asociación Española de Ciencia Regional

A vueltas con la competitividad

A vueltas con la competitividad

Por Adolfo Maza, Universidad de Cantabria

No cabe duda de que el concepto de competitividad es uno de los más importantes en materia económica. Tenemos que contar, por tanto, con una buena medida de la capacidad competitiva de una región. Por ello, la Comisión Europea (CE) publica un informe periódico (cada 3 años) sobre el tema que constituye una referencia en la materia. Así, los investigadores contamos con un Índice de Competitividad Regional (RCI por sus siglas en inglés), que en su versión de 2022 examinaba el año 2019, empleando 74 indicadores/variables parciales, agrupados en 11 pilares/dimensiones, que a su vez se agrupaban en 3 subíndices para, finalmente, fusionarlos en el RCI. Utilizó datos de 268 regiones NUTS2, lo que muestra su transcendencia como “foto” de la competitividad en Europa.

Aquí es donde quiero encuadrar algunas reflexiones que emanan de un trabajo muy preliminar sobre la materia que, junto con María Hierro, he publicado recientemente (consultar aquí). Este artículo tenía dos objetivos principales: 1) testar la robustez de los resultados del RCI cuando se cambia el método de agregación de variables; 2) incluir en dicho cómputo dos factores a las que no se presta ninguna/suficiente atención y que podrían completar/matizar sus resultados: a) la situación geográfica de cada región; b) su nivel tecnológico.

Por espacio, presto atención únicamente al segundo objetivo, comenzando con la “geografía”. La idea es muy simple: aludo a la opinión generalizada de que, aunque la competencia es cada vez más global, los principales competidores suelen ser las regiones más cercanas. La propuesta fue la siguiente: usando los mismos datos del RCI se calculó, para cada región, su spatial lag (denotado por W_RCI), que captura el nivel medio de competitividad del resto de regiones ponderando en mayor medida las más cercanas (con los matices que conlleva la definición de W utilizada y que se detallan en el paper). Posteriormente, para comparar el grado de competitividad de cada región con el grado de competitividad medio de su área geográfica se computó el ratio RCI/W_RCI. De esta forma, un valor superior a 1 indica que la región es más competitiva que sus vecinas, mientras que un valor inferior a 1 significa que su capacidad competitiva es, en términos relativos respecto a las más cercanas, baja; obviamente, cuanto más se aleje el resultado de la unidad, mayor será la fortaleza o debilidad competitiva, respectivamente. Siendo muy breve, indicar que se muestran diferencias importantes con respecto a los resultados del RCI. Algunas regiones pierden claramente capacidad competitiva si se considera explícitamente el espacio geográfico en el que se sitúan (por ejemplo, algunas regiones holandesas y británicas), mientras que en otras ocurre lo contrario (principalmente en muchas regiones-capital), concluyendo que este factor podría ser muy relevante, y debería ser considerado dentro de las estrategias de competitividad regional.

Pasamos ya al grado de desarrollo tecnológico. La idea, una vez más, es tremendamente sencilla: no todos compiten contra todos. Más bien al contrario, las regiones tienden a especializarse y competir en diferentes productos/sectores. En este punto se aprovechó el propio enfoque utilizado por la CE para la construcción del RCI para dividir las regiones en dos grupos: un primer grupo de regiones que se espera en gran medida que compitan entre sí, dadas sus dotaciones de factores, en productos de tecnología media-alta/alta; un segundo grupo de regiones que es más probable que compitan en sectores menos avanzados y vía precios. Para los detalles referidos tanto a la formación de grupos como al cómputo del nuevo índice de competitividad para cada uno de ellos, remito al lector al trabajo.

Los resultados revelaron los problemas de competitividad que tienen algunas regiones (sobre todo alemanas, suecas y británicas) especializadas en sectores de alta tecnología, problemas que en el RCI quedan enmascarados. Además, se revelan fortalezas competitivas que pasan desapercibidas, ya que hay regiones (principalmente españolas y francesas) que, al menos en lo que respecta a los sectores de baja tecnología y a la competencia en precios, podrían encontrar su nicho competitivo. El diseño de un plan para aumentar la capacidad competitiva regional debería considerar estas cuestiones.

Concluyo reconociendo las limitaciones de este trabajo preliminar, en particular en este último punto. Más que una agrupación de regiones como la realizada, la búsqueda de pares “región-nicho de mercado” sí que permitiría ser mucho más preciso al hablar de competitividad. Constituiría una desafiante línea de investigación futura, ya que requiere olvidarse del RCI y usar diferentes (y detalladas) fuentes de datos, pero es necesario para profundizar en nuestro conocimiento sobre la competitividad regional.

Artículo completo: Maza, A. y Hierro, M. (2024) Measuring regional competitiveness: New insights based on the RCI, Review of Regional Studies, 54(1), 53-76.

 

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