Revitalización de las Zonas Olvidadas: Estrategias para el Desarrollo Local

Por Adolfo Maza, Departamento de Economía, Universidad de Cantabria.

En este comentario, deseo abordar un tema que siempre me ha cautivado y sobre el cual autores como Andrés Rodríguez-Pose e Ian R. Gordon, entre otros, pueden considerarse precursores. Me refiero a la llamada “literatura sobre el descontento”, vinculada con los problemas que enfrentan los “lugares dejados atrás” en un mundo tan globalizado como el actual. Se trata de regiones que podrían considerarse abandonadas por el progreso y que se enfrentan a una pobreza creciente, marcada por elevadas tasas de desempleo y peligro de despoblación, lo que tiene puede generar movimientos políticos y sociales. En este contexto, aquí quiero adoptar una perspectiva positiva y enumerar, sólo enumerar por cuestiones de espacio, algunas de las vías que, de acuerdo a la literatura, existen para la revitalización de esas regiones: ¿cómo ayudarlas a escapar de esa especie de circulo vicioso?
En efecto, la investigación busca ofrecer un rayo de esperanza, encontrar opciones para aumentar la resiliencia de estas zonas y sus habitantes. Se insta a fomentar su desarrollo y reducir así las desigualdades regionales, tema siempre candente dentro de este blog. La investigación de ciencia regional ha jugado un papel importante en la conceptualización de este tema y en el diseño de estrategias, dentro de las cuales sólo voy a mencionar las que, a mi modo de ver, son más importantes.
Entre ellas, destaca la necesidad de abordar inversiones en infraestructuras y servicios públicos en estas áreas:desde carreteras, transporte público y acceso a la electricidad y al agua potable, hasta alcanzar un nivel mínimo en servicios de salud y educación. Realizar inversiones de este tipo no solo mejora las condiciones de vida de los habitantes en esas zonas sino, también e incluso más importante, fomenta la inversión privada al hacerlas más atractivas para las empresas. En efecto, la atracción de inversiones externas, tanto nacionales como internacionales, puede resultar clave. Y para aumentarlas podría, a su vez, impulsarse la creación de zonas económicas especiales (con incentivos fiscales y laborales), o la promoción de sectores clave relacionados como la tecnología (a modo de ejemplo, en Cantabria, mi región, la agritech podría ser fundamental).
Otro beneficio colateral de la dotación de infraestructuras adecuadas se produce en la empresa turística, línea de acción viable en regiones que cuentan con recursos naturales y/o patrimonio cultural suficiente. Existe toda una batería de estudios que demuestran que, si somos capaces de desarrollar una estrategia adecuada en torno a la empresa turística, resultados tales como la generación de empleo directo e indirecto, y el incremento de ingresos, son inmediatos.
Los trabajos académicos también abordan el tema de la descentralización. Al optar por esta vía, se busca que las regiones tengan más control sobre sus propios recursos, lo que, se supone, mejoraría el proceso de toma de decisiones. No obstante, considero que la clave, en la mayoría de los casos, no está tanto en descentralizar sino en fortalecer esos recursos locales. De no hacerse, el proceso de revitalización difícilmente sería autosuficiente. Para crear una base económica más sólida y resiliente, se deben mejorar las capacidades locales, ya que a menudo son insuficientes. Hay, cuanto menos, dos aspectos vitales en este sentido: fomentar el emprendimiento (mediante microcréditos, asesoramiento y acceso a mercados) y la formación y desarrollo de habilidades para la fuerza laboral residente en esas zonas (a través de programas educativos y de formación profesional). En este contexto, también sería relevante la redistribución de recursos mediante políticas más pasivas.
Insistiendo en vigorizar la capacidad intrínseca de desarrollo, también existe un grupo de trabajos que repasa la utilización de distintos modelos de cooperación y participación comunitaria, así como su capacidad para generar soluciones innovadoras a los problemas económicos. Así, se han sacado a la luz experiencias de cooperativas exitosas en sectores como la agricultura, el comercio justo, la energía renovable, que han demostrado que los modelos colaborativos pueden resultar eficaces para promover el desarrollo local y mejorar las condiciones de vida de las zonas rezagadas.
Una frase emblemática de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es “no dejar a nadie atrás”. Como subyace de los párrafos anteriores, la literatura sobre ciencia regional ha ofrecido una amplia variedad de soluciones, de distinta índole, para revitalizar esas regiones. Es obvio que una entrada de blog no permite ser precisos sobre este ni prácticamente ningún tema, pero se han enumerado medidas como la descentralización fiscal, el desarrollo de las capacidades locales, la inversión en infraestructuras de distinta índole, el fomento del emprendimiento, la atracción de inversiones externas, etc. La elección en cada caso tiene que ajustarse a las idiosincrasias de las zonas objeto de estudio, pero las estrategias mencionadas, junto con otras, proporcionan una base sólida sobre la cual se puede promover un desarrollo más inclusivo y equitativo. Y es que la responsabilidad de no dejar a nadie atrás no es nueva, no se “inventa” en la Agenda 2030. Nelson Mandela ya señalaba, “Solucionar la pobreza no es un gesto de caridad. Es un acto de justicia. Es la protección de un derecho fundamental, el derecho a la dignidad y a una vida decente”. Sólo el tiempo nos dirá si realmente avanzamos en la dirección correcta.
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