Las ciudades españolas tras la Gran Recesión
Por Vicente Royuela, David Castells-Quintana y Celia Melguizo
El impacto de la Gran Recesión en España ha sido colosal en términos sociales, económicos y políticos, con una contracción de la economía de casi un 10 por 100 y una destrucción de más de 3,5 millones de puestos de trabajo. Como resultado, las desigualdades aumentaron como en ningún otro país de la OECD, y con ello la tensión social y política. La recesión también ha tenido un impacto espacial importante, que se analiza en esta presentación.
En un primer trabajo (Royuela, Castells-Quintana y Melguizo, 2017) describimos la evolución demográfica, de empleo y de precios de la vivienda en España durante los años recientes, centrándonos en los cambios experimentados en las ciudades españolas e intentando describir algunos patrones espaciales derivados del mayor declive económico desde la Guerra Civil. En este sentido, nos centramos en el análisis de diferenciales entre ciudades pequeñas y ciudades grandes. Utilizamos datos para más de 951 municipios españoles agregados en 45 Áreas Urbanas Funcionales (AUFs), definidas por el proyecto Urban Audit.
El análisis de las variables analizadas muestra que, si bien todo el país se benefició en términos de empleo, población y precios de vivienda en la época de bonanza, e igualmente ha sufrido durante la crisis, el impacto ha sido diferencial. Así, la España más rural y las ciudades más pequeñas han experimentado una caída relativa en términos de población y de empleo. De hecho, las áreas no definidas como AUFs han perdido alrededor de 600.000 habitantes entre 2012 y 2016, y casi 600.000 empleos entre 2008 y 2016. Esto ha conducido a un aumento del peso relativo de la España metropolitana: desde 2008 ha ganado un punto porcentual en términos de población y 0,7 puntos porcentuales en términos de empleo. De forma similar, mientras los precios de la vivienda siguen en caída en las áreas no definidas como AUFs, en 14 AUFs la recuperación de los precios es ya patente en 2016, y aún más evidente en las zonas urbanas más poblabas (como Madrid y Barcelona). En definitiva, las ciudades más pobladas han ganado más peso y ha sido donde, además, la recuperación ha llegado antes y con más fuerza. La consecuencia ha sido un aumento de la concentración espacial tanto de la población como de la actividad económica (empleo) en nuestro país.
Así, en cuanto a población, las 45 AUFs españolas suponen hoy más de un 60 por 100 del total de población. Cinco de estas ciudades tienen más de 1 millón de habitantes (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Bilbao) y concentran ellas solas en torno a una tercera parte de la población española. Otras 6 tienen entre 0,5 y 1 millón de habitantes (Málaga, Zaragoza, Palma de Mallorca, Las Palmas de Gran Canaria, Murcia y Vigo) y suponen un 8,6 por 100 de la población. La concentración espacial en España es si cabe más evidente en cuanto al empleo: las 45 AUFs concentran un 68 por 100 del empleo total. Las cinco ciudades más grandes concentran alrededor del 37 por 100. Y finalmente, la concentración es también evidente en los precios de la vivienda, con mayores precios, y una mayor recuperación de los mismos tras la crisis, en las ciudades más grandes.
Los resultados sugieren cuestiones relevantes. Por ejemplo, cabe preguntarse si las tendencias de concentración espacial observadas se van a mantener en el tiempo. Desde una perspectiva individual, ¿Hasta qué punto los beneficios de vivir (y trabajar) en ciudades grandes seguirá compensando un coste de vida superior (por ejemplo, en términos de precio de la vivienda o de costes de tiempo en conmutación diaria)? Desde una perspectiva de política económica, ¿Dónde será más eficiente dedicar recursos públicos? ¿En las zonas rurales o ciudades pequeñas y medianas para paliar la falta de economías de aglomeración? ¿O mejor en grandes metrópolis para aliviar los costes de congestión, por ejemplo, construyendo o ampliando redes de transporte urbano, como puede ser el metro?
En un segundo trabajo (Melguizo y Royuela, 2017) analizamos los determinantes de los movimientos migratorios entre ciudades durante la crisis económica. Uno de los primeros aspectos que encontramos es una disminución en la migración interna, lo que nos llevó a preguntarnos hasta qué punto la migración ha sido motivada por factores económicos y del mercado laboral. En segundo lugar, los resultados de los determinantes de la migración obtenidos en un período anterior de inestabilidad en España -los años ochenta y principios de los noventa- ponen en duda la influencia de las influencias del mercado laboral en la migración durante la actual crisis económica.
Los resultados destacan que los factores del mercado laboral ejercen una influencia significativa en las decisiones de migración interna. La influencia de los salarios reales promedio es relevante, especialmente para los extranjeros y los ciudadanos que regresan. Por el contrario, el efecto de la tasa de empleo en los flujos migratorios es menos claro, ya que solo observamos un efecto positivo significativo de la tasa de empleo en el destino para los nacionales. Se encuentra un efecto positivo inesperado de la tasa de empleo en el origen para los ciudadanos que regresan y los extranjeros. Los resultados contradictorios también se informan para los costos de la vivienda. Estos resultados están en línea con la literatura anterior, que considera el fenómeno de la migración en España un enigma.
Aun así, al desagregar los flujos migratorios por cohorte de edad, la mayoría de los resultados están en línea con la teoría: los salarios reales presentan parámetros significativos de acuerdo con la teoría (negativa en el origen y positiva en el destino) para grupos de edad laboral, mientras que las tasas de empleo no parecen relevantes, ya que las tasas de paro son tan altas en este período que desalientan los movimientos para encontrar un trabajo. Nuestros resultados pueden verse como una prueba del papel del ciclo de vida en la explicación de las decisiones de migración.
Los resultados obtenidos muestran un fuerte papel de los flujos de población en el equilibrio espacial en términos de salarios. En consecuencia, cualquier política destinada a fomentar la convergencia económica en el país debe dar cuenta del papel estabilizador de la migración. Los patrones heterogéneos para diferentes grupos de población también requieren la definición de políticas adaptadas que promuevan la migración. Creemos que se puede dedicar más investigación a la interacción entre los flujos urbanos y rurales, y también a los flujos migratorios internos y externos, aunque estos aspectos no son ni sencillos ni factibles en un marco gravitacional como el desarrollado aquí debido a la disponibilidad de datos.
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