Las opciones de la economía valenciana[*]
Por Cubel-Montesinos, M. J. Murgui-García y J. R. Ruiz-Tamarit – Departamento de Análisis Económico -Universitat de València
Hay un hecho constatado por la mayoría de los investigadores que han abordado en los últimos tiempos el estudio de la economía valenciana, y en especial por parte de aquellos que han tratado de cuantificar los resultados valencianos en el contexto de la economía española. Nos referimos al hecho de que desde los años ochenta del siglo pasado la economía valenciana viene experimentando un atraso relativo, continuado y progresivo, respecto a la media española. Este hecho se ha convertido en uno de los referentes inevitables a la hora de evaluar el estado de salud de la economía valenciana, y ya forma parte del núcleo central de una descripción macroeconómica aún poco conocida fuera del ámbito universitario. El desfase de la renta per cápita de los valencianos se puede cifrar en un porcentaje que supera el 10% (ver gráfico 1). Una cifra preocupante si tenemos en cuenta que no nos referimos al habitual porcentaje de distribución territorial de los principales indicadores agregados españoles, sino que estamos hablando de la variable que nos aproxima la medida del nivel medio de bienestar de los valencianos, en comparación al bienestar de los ciudadanos del conjunto del estado español.
Gráfico 1. Evolución del PIB per cápita valenciano en relación a España.
Fuente: BD.MORES
La práctica unanimidad existente a la hora de reconocer el hecho anterior se rompe, no obstante, en cuánto pasamos al análisis del sujeto económico. Metodologías alternativas hacen que se ponga énfasis en aspectos diferentes y que se propongan soluciones también diferentes. Aun así, el problema del atraso relativo valenciano no se ha convertido en un asunto importante hasta que la Gran Recesión ha puesto de manifiesto las debilidades estructurales de nuestra economía. Unas deficiencias que se escondían detrás de una falsa estampa de progreso y bienestar, que ciertos grupos interesados habían conseguido incorporar al imaginario de muchos valencianos, haciéndoles creer que podían disfrutar de los frutos de un modelo de éxito sin limitaciones.
El estudio de los problemas de la economía valenciana, llevado a cabo durante los últimos años con distintos enfoques y metodologías, ha desembocado en una idea fuerza que encuentra apoyo entre algunos académicos, políticos y empresarios valencianos. Según estos, el problema del atraso económico valenciano es un problema causado por el modelo productivo. Es decir, las estructuras productivas representadas por los sectores y ramas de producción, así como las características organizativas de las empresas que los conforman. La solución, dicen, pasa por abandonar un modelo productivo caduco y sustituirlo por otro que asocian a los casos de economías de éxito, las cuales son representadas con una imagen estática en forma de cuadro pictórico que se tendría que reproducir en el caso valenciano.
Por otro lado, no podemos olvidarnos de aquellos que pretenden que nada de lo sustancial cambie y que el tradicional modelo productivo valenciano, después de aplicarle los mínimos retoques que corrijan las pocas deficiencias reconocidas, continúe guiando el (sub-) desarrollo económico valenciano. En cualquier caso, unos y otros comparten la opinión de que las transformaciones necesarias tienen que incidir sobre los elementos causantes de la baja productividad del factor trabajo.
Pero el modelo productivo valenciano, como la mayoría de los de nuestro entorno, no es fruto de la casualidad ni de la planificación, sino la consecuencia de un proceso evolutivo de adaptación continua a las restricciones impuestas por lo que podríamos denominar modelo de crecimiento económico valenciano. Aquello que realmente determina las diferencias de unas economías respecto a otras, en términos de crecimiento de la renta per cápita y productividad, no es la diferente composición de la estructura productiva sectorial y empresarial, sino la distinta base de capital sobre la que se asienta su crecimiento económico. Lo que verdaderamente importa es, por un lado, la composición e intensidades relativas de los distintos tipos de capital empleados como factores de producción. Y por otro, el grado de eficiencia conseguido en el funcionamiento de los mecanismos e incentivos sobre los cuales gravita el modelo económico. No es lo mismo crecer basándonos en la acumulación de capital físico que hacerlo apoyándonos en la creación de capital tecnológico, pero tampoco lo es crecer acumulando capital humano que explotando el capital natural.
La pauta de crecimiento a largo plazo que ha marcado la evolución a nivel agregado de la economía valenciana se puede caracterizar como la de una economía donde la producción final se basa en el uso de su capital natural. Este modelo de crecimiento, a diferencia del basado en el capital humano, evidencia un alto riesgo de ineficiencia en la asignación, asociada a los pobres resultados que se obtienen en ausencia de regulación de las actividades que explotan el capital natural. La externalidad negativa provocada por el libre acceso a los recursos naturales conlleva una sobreexplotación que, en definitiva, acabará impidiendo el crecimiento económico y perjudicando el bienestar de los valencianos.
Aunque históricamente la sociedad valenciana nos ha ofrecido casos paradigmáticos de instituciones que representan el respeto y la buena gestión de los bienes comunales, parece haber perdido esta habilidad y, en periodos más recientes, se muestra incapaz de desenvolverse con la condición de bien público de muchos de sus bienes colectivos, entre ellos, gran parte de los inputs del sistema productivo. Así, la economía valenciana parece estar condenada a un empobrecimiento gradual en términos de consumo y renta per cápita. Ante unos resultados mediocres y la carencia de viabilidad a largo plazo del crecimiento basado en el uso sin limitaciones de su capital natural, el reto al que se enfrenta la economía valenciana consiste en asumir elevadas dosis de intervención y regulación, tanto normativa como impositiva, de forma que el perfeccionamiento del sistema de incentivos mejore el funcionamiento de la economía en su conjunto, y se pueda alcanzar el nivel de eficiencia que haría posibles una tasa de crecimiento y un nivel de bienestar mayores.
Sin embargo, la sociedad valenciana no da muestras de estar preparada para aceptar las normas regulatorias y el pago de impuestos en la intensidad requerida para conseguir unos resultados óptimos con el actual modelo de crecimiento. Tal vez por eso, en los estudios más recientes sobre el presente y futuro de la economía valenciana, la atención recae sobre el capital humano. La acumulación de capital humano, en el sentido más amplio de su definición, se ha convertido en la piedra angular de la narrativa sobre los problemas de la economía valenciana y las posibles vías de solución. En cierto modo, se sustituye el anterior clamor a favor de un cambio de modelo productivo, que tenía que buscar la mejora de la productividad potenciando aquellas áreas de la economía donde los expertos le atribuyen un mayor impulso y mayor efecto arrastre, por una demanda clamorosa de mayores inversiones en educación, formación práctica, salud, habilidades y valores.
El capital humano incorporado a la población en edad de trabajar es el concepto clave que concentra todas las bondades habidas y por haber. Y para resolver los problemas de la economía valenciana parece que se tendría que implantar un modelo de crecimiento basado, precisamente, en la acumulación de capital humano. El consenso entre los especialistas defendiendo la superioridad de este modelo de crecimiento es amplio. Los motivos aducidos son que garantiza una tasa de crecimiento a largo plazo más elevada y un mayor nivel de bienestar, dado que las mayores dotaciones de capital humano son la causa de la mayor productividad del factor trabajo que lo hace posible.
Esto nos lleva a tratar la segunda idea fuerza que domina el panorama académico actual. Nos referimos a la causa principal de los problemas de la economía valenciana que, en última instancia, se atribuyen a la deficiente productividad del factor trabajo. Esta variable, es cierto que permite visualizar algebraicamente el problema, pero no tenemos que confundir la forma en que se manifiesta un problema con la causa que lo provoca.
No está nada claro que el atraso respecto de otras economías, y los consiguientes menor crecimiento y bienestar de los valencianos, sean debido al menor nivel medio de capital humano incorporado a los trabajadores valencianos. Estos niveles, sub-óptimos o no, juegan un papel importante en la difusión del progreso técnico. El nivel tecnológico efectivamente incorporado al sistema económico y la productividad total de los factores de la economía dependen de la oferta de capital humano de los trabajadores en relación a los requerimientos exigidos para una rápida implementación de la tecnología. Ahora bien, una inapropiada dotación en capital humano del factor trabajo, tanto por defecto como por exceso, puede tener consecuencias durante los periodos transitorios en la velocidad de difusión, y en el largo plazo sobre los niveles de eficiencia conseguidos, pero no afecta a la tasa de crecimiento sostenido de la economía.
La tasa de crecimiento de la economía en el largo plazo y los correspondientes niveles de consumo per cápita y de bienestar, vienen determinados por la combinación de un factor externo: la trayectoria tecnológica potencial marcada por los países líderes creadores de conocimiento tecnológico, y de un factor interno: la capacidad y habilidad de los agentes que se encargan en las economías seguidoras de la adopción de aquellas tecnologías líderes. Así pues, más allá de las limitaciones asociadas al modelo de crecimiento que guía la economía valenciana, el otro elemento que más incide en el atraso económico valenciano no es tanto la baja productividad de los trabajadores valencianos, sino el insuficiente impulso de los empresarios para llevar a cabo la adopción tecnológica óptima que se requiere para la solución del problema.
En resumen, en nuestra opinión, las opciones que se le ofrecen a la economía valenciana para corregir esta deriva, y así abandonar la cola de las regiones españolas, son las siguientes: 1) regulación estricta del actual modelo de crecimiento económico; 2) transformación gradual del modelo de crecimiento, relegando su dependencia al capital natural para basarlo en el capital humano; y 3) fomento del dinamismo empresarial, abandonando un modelo de emprendimiento y gestión empresarial que no funciona como sería debido, y que representa una rémora para el bienestar social. Estas opciones no son excluyentes, más bien son complementarias, y quizás la mejor estrategia consistiría en poner en marcha las tres simultáneamente. Esta es nuestra visión del principal reto que tienen los agentes sociales y económicos valencianos, de los cuales depende que la economía valenciana se mueva hacia una senda de equilibrio a largo plazo capaz de asegurar el crecimiento sostenido y sostenible y mejorar el bienestar de los ciudadanos.
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[*]Una versión de este artículo escrita en catalán se publicó por la Fundació Nexe, en la sección Economia-Articles, en marzo de 2019. https://fundacionexe.org/articles/opcions-economia-valenciana/.