La Riqueza de las Regiones (por la Asociación Española de Ciencia Regional

Las disparidades regionales en el desempleo: una vieja historia y nuevos protagonistas

Las disparidades regionales en el desempleo: una vieja historia y nuevos protagonistas

Por Roberto Bande, GAME-IDEGA, Universidade de Santiago de Compostela

 

En la entrada de hoy quiero volver a analizar un hecho estilizado del mercado laboral regional español, que se va repitiendo desde hace décadas, y que, en parte, es característico de nuestra economía. Tal y como mostraba en un artículo publicado hace ya bastante tiempo con Melchor Fernández y Víctor Montuenga, la evolución de las disparidades regionales en la tasa de paro es peculiar en España: la dispersión absoluta (medida a través de la desviación típica de las tasas de paro regionales) ha presentado un comportamiento pro-cíclico en las últimas décadas. Esto significa, que las diferencias absolutas entre regiones tienden a aumentar en las fases recesivas y se reducen en las fases contractivas. Sin embargo, cuando uno tiene en cuenta la dispersión relativa (medida, por ejemplo, a través del coeficiente de variación, es decir, el cociente entre la desviación típica y la media de la distribución) el comportamiento tiende a ser anti-cíclico: las disparidades aumentan en las fases expansivas y se reducen en las contractivas.

 

La magnitud de la Gran Recesión ha sido tan fuerte que hemos tenido que esperar a que pasen varios años de recuperación para ver si este patrón se volvía a repetir. Antes de que las cifras del mercado de trabajo se vean afectadas por el impacto de la crisis derivada de la pandemia del coronavirus, esta entrada hace una rápida incursión (necesariamente incompleta) en este tema.

 

Empleando los datos anuales de la EPA, el gráfico 1 recoge la evolución de la desviación típica y del coeficiente de variación de las tasas de paro regionales desde 2006 hasta 2019. Claramente, el patrón mencionado vuelve a hacerse patente.

 

Gráfico 1

Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta de Población Activa, INE

 

De forma nítida se observa cómo con el comienzo de la Gran Recesión, la dispersión absoluta tiende a aumentar (línea azul) mientras la relativa comienza a disminuir (línea naranja). Esta dinámica continúa hasta que en torno a 2012-2013 la dispersión absoluta comienza a disminuir al tiempo que la relativa vuelve a aumentar. En otras palabras, una vieja historia del mercado laboral español vuelve a repetirse en la fase de recuperación de la Gran Recesión.

 

¿Qué significa este patrón? ¿Por qué es tan relevante? En esencia, y tal y como describíamos en el trabajo mencionado (aquí) y en otros trabajos más recientes (como este o esta entrada en este mismo blog) esta evolución implica que en las fases contractivas el conjunto de regiones destruyen empleo de forma homogénea, no hay grandes diferencias en cuanto a la capacidad de destruir empleo. Sin embargo, en las fases expansivas, algunas regiones son capaces de generar empleo a un mayor ritmo que otras, lo que hace que en términos relativos (en relación a la media) las diferencias en el desempleo aumenten. Esto es lo que ha pasado en los últimos años desde que comenzó la recuperación.

 

La siguiente pregunta es por qué se da este fenómeno. Nuestra interpretación iba en la línea de lo que ya apuntaban hacía tiempo otros autores: la estructura de negociación colectiva de nuestro país favorecía que en las fases expansivas las regiones con industrias más dinámicas liderasen el crecimiento de los salarios (se lo podían permitir dada su alta productividad). La imitación salarial entre sectores y regiones provocaba que los mismos sectores en otras regiones menos dinámicas imitasen ese incremento salarial, limitando, por tanto, la capacidad de creación de empleo. Cuando un shock negativo sacudía al mercado de trabajo, por el contrario, la caída en la demanda afectaba a todas las industrias por igual, con independencia de su localización, por lo que la destrucción de empleo era generalizada. La evidencia empírica resumida en nuestro trabajo confirmaba esta hipótesis.

 

¿Sigue siendo válida esta explicación? En líneas generales estoy convencido de que sí, aunque con ciertos matices, algunos de ellos muy importantes. En primer lugar, como es bien sabido, la Gran Recesión ha provocado cambios sustanciales en la orientación de la producción en muchos sectores, que han buscado alternativas en el exterior (ver por ejemplo mi entrada conjunta con Juan de Lucio aquí). Este cambio hace a estas industrias menos vulnerables a los shocks internos y más dependientes de la evolución de la demanda internacional. En segundo lugar, los cambios en la legislación laboral han modificado la estructura de la negociación colectiva, por lo que parte de la capacidad para lograr imitar el crecimiento salarial de los sectores más dinámicos de las regiones más desarrolladas queda limitada. Por último, la vinculación entre la productividad y los salarios no es tan estrecha como antes. No solo es cierto que la productividad media después de la Gran Recesión es muy inferior a la que se registraba antes de la misma, sino que en esta última fase expansiva en la mayor parte de las regiones los salarios están creciendo por debajo de la productividad, no por encima, como sucedía antes de la recesión. Por tanto, el aumento de los costes laborales unitarios no es tan evidente como sucedía en anteriores fases expansivas. (Gráficos 2 y 3)

 

Gráfico 2

Fuente: Elaboración propia a partir de la Contabilidad Regional de España, INE

Gráfico 3

Fuente: Elaboración propia a partir de la Contabilidad Regional de España, INE

 

La crisis sanitaria derivada de la expansión del virus covid19 está provocando un impacto sin precedentes en los mercados de trabajo regionales, de forma simultánea. Cabe pensar, por tanto, que la historia volverá a repetirse: la tasa de paro agregada aumentará, como lo harán de forma homogénea las tasas regionales. Pero las disparidades relativas se reducirán. En este punto cabe recordar a los responsables del diseño de la política económica que tengan en cuenta esta regularidad empírica para que en la fase de reconstrucción (usando la terminología empleada por el propio gobierno) ninguna región se quede atrás en la creación de empleo, y logremos de una vez por todas eliminar este comportamiento atípico de nuestro mercado laboral.

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