Las consecuencias económicas del conflicto territorial entre Rusia y Ucrania
Por. Javier Santacruz , Investigador de la Universidad de Essex y Think Tank Civismo y Juan de Lucio Presidente de la Asociación Madrileña de Ciencia Regional
En febrero de 2015, ahora hace un año, se inició una revolución en Ucrania que ha tenido las consecuencias sobre las relaciones económicas internacionales. En concreto la presencia de tropas rusas en Crimea ha derivado en sanciones económicas internacionales, principalmente comerciales y financieras, impuestas tanto por la UE como por otros países desarrollados (EEUU, Canadá o Japón por ejemplo). Una de las sanciones más significativas ha sido las limitaciones impuestas en agosto a las empresas, incluidas las entidades financieras a financiarse en los mercados de capitales internacionales. Rusia por su parte ha impuesto limitaciones a las importaciones de alimentos, perjudicando especialmente a países exportadores de materias primas alimentarias. Adicionalmente a este conflicto la evolución de los precios del crudo ha afectado significativamente a la economía rusa. En consecuencia, el rublo se ha depreciado sustancialmente lo que ha obligado a las autoridades rusas a poner en marcha ciertas medidas como la flotación libre del rublo, el incremento de los tipos de interés o la utilización de sus reservas para contener la depreciación de su moneda.
Rusia todavía dispone de márgenes de actuación (reservas, superávit, saldo exterior, etc) que hacen que su situación no sea todavía dramática. Sin embargo el desgaste de su economía está siendo profundo. Y existen una serie de debilidades como la elevada dependencia de sus ingresos fiscales y su actividad económica del gas y el petróleo. Por ejemplo, el banco central ruso estimaba una caída de su producto del -4,5% con unos precios del crudo a 60$ barril situación ampliamente superada con los últimos acontecimientos pero a la que se podría volver tras haber hecho suelo en los 45-50$.
Por su parte, Ucrania ha visto como su economía se ha ido debilitando paulatinamente: caída del PIB del 3,5% en los nueve primeros meses de 2014, depreciación de su moneda en un 50%, inflación del 25%, deterioro de las cuentas y práctico agotamiento de sus reservas. Los pagos comprometidos en los dos próximos años son de, aproximadamente, 18000 millones de dólares y las necesidades de financiación más del doble. El gobernador del banco central señaló que su país necesita 15-23 mil millones en los 12 próximos meses. En estas circunstancias tanto la UE como FMI están anunciando nuevos programas de ayuda que dan continuidad a los aprobados el año pasado y que permitan la continuidad en las políticas decididas de reforma y modernización del país.
A nadie se le escapa que las consecuencias económicas transcienden a estos dos países e impregnan la economía internacional en algunos casos con influencia muy directa sobre los países que mantienen lazos más estrechos con Rusia como puede ser la Comunidad de Estados Independientes. Por su parte, Europa es muy dependiente del gas y petróleo de Rusia, importa aproximadamente un tercio de su producción vía Polonia y Alemania. En algunos países, la dependencia del gas ruso es absoluta (Finlandia Bielorrusia, Chequia y Bulgaria) o al menos muy elevada, superior a tres cuartas partes de su consumo (Letonia, Lituania, Macedonia, Moldavia, Polonia, Eslovenia y Estonia) Sin embargo, el impacto para la actividad en el conjunto de la Unión Europea está siendo limitado tanto porque el canal comercial, excluido el comercio de materias primas, es muy reducido, como porque las relaciones financieras tampoco son sustanciales, según los datos del BIS solamente Grecia, Holanda, Francia e Italia tienen una posición acreedora con Rusia superior al 0,5% del PIB. En conjunto las consecuencias más evidentes se derivan del marco de inestabilidad e incertidumbre derivado del conflicto y de las consecuencias sobre algunos mercados de materias primas, sin estos efectos el contagio internacional parece estar siendo reducido.
A fin de cuentas, Rusia condiciona de una forma importante el comercio de materias primas a nivel mundial. Según los últimos datos publicados, Rusia es el mayor oferente de paladio mundial (40% de la oferta mundial vital para el desarrollo de la industria del automóvil), tercer mayor productor del mundo de petróleo y quinto mayor consumidor mundial, además de producir más de dos terceras partes de la potasa fertilizante que se exporta a nivel global.
En el caso de Ucrania, no sólo se trata de un lugar de paso estratégico para commodities energéticas. Ucrania es el quinto mayor exportador de trigo y ocupa la tercera posición en el ranking exportador de maíz. Por ello, todos los riesgos que se generen en estos mercados, repercuten de una forma intensa en todo el tráfico mundial de materias primas y altera significativamente los procesos productivos.