Afganistán: ¿un nuevo virus?
Por Coro Chasco – ECONRES, Universidad Autónoma de Madrid – coro.chasco@uam.es
El día 15 de agosto, con España en plenas fiestas locales, aletargada con el estío y la calima, nos despertamos de forma abrupta con una noticia que no por anunciada resultó menos inquietante: los talibanes reconquistan Kabul y el gobierno afgano huye del país. El avance de las tropas insurgentes, que ha sido una marcha militar sin apenas resistencia por parte del ejército y la policía afganas, ha dejado estupefacto a medio mundo. Aunque para los que han estado allí, este aparente colapso no es más que la consecuencia de una situación de avance progresivo de los talibanes hacia la reconquista de Afganistán, sobre todo tras las negociaciones que mantuvieron el año pasado con la administración Trump en Doha.
La República Islámica de Afganistán llevaba casi 20 años liderada por gobiernos más o menos democráticos bajo de tutela de los Estados Unidos, vencedor en la guerra contra los talibanes. Además, la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) fue la encargada por la ONU de ayudar a la administración afgana y de proporcionar una seguridad básica. A la vista de los acontecimientos actuales, todo ha sido un enorme fracaso. ¿O no?
Según el presidente Biden, los EEUU invadieron Afganistán con el único objetivo de defenderse del peligro terrorista y no tanto para promover la democracia y el respeto a los derechos humanos. Esto último se ve claro en el gráfico de la Figura 1, que presenta la evolución de Afganistán en términos de “libertades civiles” desde el final de la guerra; una evolución. que no ha experimentado apenas cambios en este período pese a la acción de la ISAF. La institución ”Freedom House” define esta variable de libertades civiles como el compendio de 4 grandes derechos y libertades: 1) libertad de expresión y de religión, 2) derechos de asociación y organización, 3) cumplimiento de la ley o estado de derecho, y 4) autonomía personal y derechos individuales.
Figura 1: índice de Libertades Civiles en Afganistán y sus vecinos más cercanos
Fuente: Índice Libertades Civiles estandarizado (desde 0% – 100%), https://freedomhouse.org.
Llama la atención que, pese a los esfuerzos realizados para mejorar la economía, la salud y la educación por los EEUU y sus aliados, los resultados para el pueblo afgano hayan sido casi inexistentes en términos de libertades. Los gobiernos democráticos de Afganistán han sido siempre frágiles, con altos niveles de corrupción y amenazados por la insurgencia talibán. Tanto los presidentes Trump como Biden han reconocido que era inútil seguir financiando, con fondos públicos, a un gobierno –el afgano– sin voluntad seria de combatir al ejército islamista y, por tanto, de atraer a inversores privados. En realidad, los talibanes, desde sus escondites en Pakistán, nunca han dejado de luchar por recuperar el país. Este escaso impacto democrático experimentado por Afganistán ha sido del todo insuficiente para influir de forma favorable en sus vecinos más cercanos. A comienzos de este año 2021, sólo Pakistán mantiene un nivel de libertades cercano, aunque inferior, a la media mundial del 50%, aunque Afganistán –que empieza en cuarto lugar– asciende al segundo lugar (23%), permaneciendo Turkmenistán como uno de los países del mundo con nivel prácticamente nulo en libertades civiles (3%).
La vecindad geográfica siempre se ha considerado como un factor de transmisión muy importante, no sólo para las infecciones víricas, sino también para la economía, la cultura y las ideas. En efecto, las ideas se “contagian” entre países vecinos como un virus a través de los trayectos diarios transfronterizos, las migraciones y los acuerdos políticos. Hace dos meses, la revista Economía publicó un artículo titulado “Difusión espacial de las libertades civiles” en el que, unos colegas y yo, estimamos el impacto que tendría un cambio –para bien o para mal– en la situación de libertades civiles de un país sobre los países vecinos. La Figura 2 presenta la red de relaciones de Afganistán con sus cinco vecinos más cercanos: Irán, Paquistán, Tijikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. Cada uno de ellos tiene, a su vez, su red de cinco vecinos más cercanos, que serían los vecinos de 2º orden de Afganistán, y así sucesivamente.
Figura 2 Red de relaciones entre los países del entorno de Afganistán
En la red de países vecinos a Afganistán, las relaciones pueden ser de dirección única, cuando lo que pasa en un país afecta a otro, pero no al revés, y de doble dirección, si se afectan mutuamente, dependiendo de si los países son parte del grupo de cinco vecinos más cercanos a uno dado. Esto es lo que sucede, por ejemplo, entre Irán y Afganistán, que mientras el primero no afecta apenas al segundo, por tener otros vecinos más cercanos, lo que pase en el segundo sí afecta significativamente al primero. Por eso, hay países que, por su posición geográfica relativa, están más expuestos a este “virus” que son los cambios acaecidos en su entorno. En la red de vecindad geográfica de Afganistán, el país más expuesto, con un mayor número de interacciones, es Turkmenistán (con 13 contactos), seguido de Tajikistán (12) y Uzbekistán (11).
Estas tres ex-repúblicas soviéticas situadas al norte de Afganistán son las naciones que, desde un punto de vista puramente geográfico, están más expuestas a contagiarse del “virus” provocado por los talibanes con los cambios sociopolíticos que se avecinan. De hecho, es Rusia la nación que manifiesta más claramente su preocupación por la masa de refugiados que atraviesan las fronteras por carretera o son evacuados por vía aérea, ya que entre ellos pudiera infiltrarse gente afín al régimen talibán. Según el presidente Putin, «existe el peligro de que los terroristas y otros grupos que se cobijan en Afganistán aprovechen el caos provocado por nuestros colegas occidentales e intenten iniciar una escalada en los países vecinos. Y eso sería ya una amenaza directa para nuestro país».
Con ayuda de nuestro modelo, se puede simular la propagación de este “virus”, es decir, las consecuencias que tendría para los países vecinos, que se dieran en Afganistán dos escenarios distintos:
1) Escenario suave: los talibanes respetan ciertas libertades.
2) Escenario fuerte: los talibanes implantan la “sharia” con radicalidad.
La Figura 2 muestra el alcance de un escenario más suave –que es el deseado por la comunidad internacional– sobre el entorno de Afganistán. Es decir, que los talibanes respeten ciertos derechos humanos básicos y, de este modo, tengan el reconocimiento internacional que buscan. Hemos simulado el efecto contagio que tendría la pérdida de 10 puntos porcentuales en el índice de Libertades Civiles de Afganistán durante el próximo año. Según nuestro modelo, una reducción del 15% en el índice de libertades de este país supondría una reducción del 3% del nivel de libertades de sus vecinos más cercanos. Es decir, la mera vecindad geográfica ocasionaría, por sí misma, un “efecto dominó” creado por Afganistán sobre sus cinco vecinos más cercanos que verían perder –cada uno– un 0,6% aproximadamente de su nivel actual de libertades (un quinto del 3%), si no se produce intervención nacional o internacional alguna en contrario.
Además, la red de interrelaciones existente entre Afganistán y sus vecinos produce, a su vez, un “efecto bumerán” de retroalimentación, que devuelve sobre el foco original parte del impacto ocasionado, como sucede también con los virus. Por eso, el país más afectado por el triunfo talibán sería, en realidad, el propio Afganistán que a esos 15 puntos porcentuales que perdería por las actuaciones del régimen talibán, debería añadir otro 2% más de refuerzo como consecuencia del impacto recibido de la pérdida de libertades en los países vecinos. En su entorno más cercano, el mayor impacto lo recibirán Turkmenistán, Tajikistán y Uzbekistán, que verían disminuir su nivel de libertades en una proporción superior al 0,6% producido por su vecino Afganistán, superando el 1%. Se trata de países que ya tienen en la actualidad bajos niveles de libertades civiles, así como amenazas que podrían agudizar aún más este impacto.
Debe indicarse también que, además de la vecindad geográfica, nuestro modelo detecta variables que influyen negativamente sobre el nivel de libertad de las naciones, como es el caso de la pobreza, la ruralidad, la exclusión digital o que la religión dominante sea la musulmana, todas ellas realidades propias de muchos países del entorno de Afganistán. En concreto, la radicalidad religiosa en forma de imposición de la “sharia” o incluso, el terrorismo islámico, es ya un problema en países como Turkmenistán y Uzbekistán, que se radicalizaría aún más si el movimiento talibán se extiende más allá de sus fronteras.
Figura 3: Impacto sobre el índice de Libertades Civiles de un escenario más suave
Por último, el peor de los escenarios consiste en que el nuevo gobierno talibán optar por la imposición de la “sharia” o ley islámica y la financiación de los terroristas del ISI. Esta decisión tendría un doble efecto dominó y bumerán que, en un horizonte temporal de 5 años, podría desestabilizar también a países vecinos de segundo y tercer orden respecto a Afganistán (Figura 3). De hecho, algunos de estos vecinos más lejanos de Afganistán, como Grecia, Turquía, Rusia o India, ya se están preparando para la llegada de refugiados que lleguen hasta ellos atravesando las fronteras intermedias de los vecinos más cercanos.
En concreto, los vecinos sureños de Afganistán, Irán y Pakistán podrían llegar a experimentar una reducción del 1 al 5% en su nivel de libertades únicamente por su posición geográfica relativa y los efectos de retroalimentación, sin contar con otras variables que harían este efecto aún mayor. Tanto uno como otro juegan a alegrarse públicamente de la derrota de la coalición occidental, pero de forma privada temen el resurgimiento del régimen talibán por sus consecuencias sobre grupos extremistas propios. Pakistán teme que los vínculos entre los talibanes pakistaníes y afganos aumenten el riesgo de una mayor insurgencia islamista dentro de sus propias fronteras y teme también recibir una avalancha de refugiados que no podría asumir. Sin embargo, también busca el apoyo de sus vecinos afganos porque en caso de ser invadidos por la India y tener que replegarse hacia el interior, necesitaría contar con su apoyo. Irán, por su parte, teme que su población, de tradición mayoritariamente chií, sea vista con animadversión por los talibanes, que son sunís.
Figura 4: Impacto sobre el índice de Libertades Civiles de un escenario más radical
Quiero terminar con las palabras del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Seguéi Lavrov, pronunciadas recientemente en una conferencia de prensa en Roma y Viena, que son una llamada a la reflexión sobre los métodos empleados para cambiar los sistemas de valores en ciertos países y las consecuencias sobre su entorno de intentar hacerlo por la fuerza:
“Hay que aprender la lección: después de Irak, después de Libia y ahora después de Afganistán. Hemos visto intervenciones militares que no han llevado a ningún resultado positivo. A lo que ha llevado es a un florecimiento del terrorismo, a que la producción de drogas alcanzase cifras récords y a que Europa se haya inundado de inmigrantes ilegales. No se puede dar lecciones ni cambiar por la fuerza la forma en la que cada país quiere vivir. Los intentos de imponer un sistema de valores ajeno resultan muy agresivos. Espero que para la próxima vez quede grabada esta lección en las mentes de los políticos que están considerando nuevas acciones en territorios extranjeros».
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