Migraciones internas pre y post-COVID en Catalunya
Por Josep-Maria Arauzo-Carod – Departament d’Economia (ECO-SOS) – Universitat Rovira i Virgili – @IND_LOC
Hace pocas semanas se actualizó la estadística sobre migraciones internas correspondientes al año 2021 que publica el Instituto de Estadística de Catalunya, unos datos que pueden ser muy relevantes para entender los procesos de redistribución espacial de la población en Catalunya en el contexto del fenómeno de la despoblación rural (una problemática creciente en muchos países europeos) y de los efectos post-COVID.
Por un lado, por lo que se refiere a la despoblación rural, se trata de un fenómeno que viene sucediendo desde hace ya muchos años (dentro de un proceso mucho más amplio conocido como transición demográfica) y que de manera paulatina ha “vaciado” las localidades rurales de la Catalunya anterior desde la segunda mitad del s. XX. Por otro lado, uno de los efectos derivados de la COVID ha consistido en una preferencia creciente de los ciudadanos por localidades de menor tamaño, fuera de las grandes aglomeraciones urbanas. Este cambio en las preferencias locacionales se explica a raíz de los confinamientos ocurridos durante el año 2020 y de la existencia de mayores facilidades para soportar dichas restricciones en las localidades de menores dimensiones, gracias a unos menores precios del sector inmobiliario (los cuales permiten adquirir viviendas de mayores dimensiones) y a la percepción de que el riesgo de contagio es mayor en las grandes ciudades. Así, durante los meses inmediatamente posteriores a los confinamientos de 2020 diversos indicadores detectaron un conjunto de relocalizaciones de la población desde las ciudades centrales hacia sus periferias rurales o hacia municipios de menores dimensiones situados en el litoral, que en muchos casos consistían en segundas residencias. Ahora, con la perspectiva que otorga el periodo transcurrido es interesante comprobar hasta qué punto dichas perspectivas eran ciertas y, por lo tanto, la población habría migrado desde las grandes ciudades hacia localidades de menor tamaño. Se trataría pues de contrastar hasta qué punto la epidemia de la COVID habría modificado unas pautas migratorias en beneficio de localidades de menor tamaño o si, por el contrario, dicho schock no habría modificado de forma substancial las preferencias residenciales de la población catalana.
En concreto, lo que sugiere un análisis inicial de los datos sobre movimientos migratorios internos en Catalunya (en función de la dimensión del municipio de origen y el municipio de destino) es que la crisis de la COVID simplemente ha magnificado de forma puntual unos procesos ya en curso. En este sentido, el gráfico adjunto muestra dichas migraciones internas para ocho categorías de población entre los años 2014 y 2021. Si nos fijamos en los diversos tramos de tamaño puede verse como los municipios más pequeños tenían saldos negativos al inicio del período estudiado (concretamente aquellos de menos de 2.000 habitantes entre el 2014 y el 2016, y los de entre 2.001 y 5.000 habitantes entre el 2014 y el 2015), mientras que la ciudad de Barcelona (el único municipio catalán de más de 500.000 habitantes) tenía un saldo negativo durante todo el período, y los municipios de entre 100.000 y 500.000 habitantes tenían un saldo negativo durante la mayor parte del período (el 2014 y entre el 2018 y el 2021).
Fuente: Institut d’Estadística de Catalunya (IDESCAT)
Un análisis pormenorizado año a año muestra cómo, a pesar de la percepción a qué hacíamos referencia, el 2020 no se produce una intensificación de los flujos migratorios, ya que los 243.000 individuos que cambian de municipio de residencia representan una movilidad ligeramente por debajo de la media de los cinco años anteriores. Sin embargo, en el 2021 las cifras de movilidad se incrementan un 15% con respecto a las del año anterior. En este sentido, es razonable suponer que buena parte de dicho incremento viene causado por la pandemia, tal y como planteábamos de inicio, ya que lo lógico sería esperar un cierto retardo entre el shock (la pandemia) y la respuesta en forma de movimiento migratorio, dado el proceso de preparación que éste requiere.
Por lo que se refiere al comportamiento diferenciado de cada ciudad, es cierto que en los dos tramos de tamaño superiores (a partir de 100.000 habitantes) el año 2020 representa una salida relevante de población (28.000 personas, el doble que las 14.000 que salieron el 2019), unos movimientos que se suavizan el 2021 con 20.000 salidas. Estas salidas encajan con un incremento de las entradas en los municipios de hasta 10.000 habitantes, que pasan de atraer 7.600 personas el 2019 a 19.600 el 2020. Así, a pesar de que sí parecería que una parte de la respuesta al shock de la COVID tuvo lugar durante el mismo 2020, los datos también muestran como el 2021 ha supuesto una vuelta hacia la tendencia existente en años anteriores, tal y como indica la línea de tendencia para los dos tramos superiores de tamaño.
En síntesis, en estos dos últimos años los municipios catalanes de menor tamaño han vivido una cierta efervescencia demográfica que les ha permitido captar residentes procedentes de municipios de mayor tamaño. Este es un fenómeno que ya existía antes de los cambios locacionales ocasionados por la COVID, pero que sin duda se han visto magnificados por la pandemia. La incógnita es saber si este proceso de suburbanización seguirá intensificándose en el futuro o si volverá a los ritmos pre-pandémicos.
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