Urbanización en África
José María Mella Marques, Catedrático de Economía Aplicada, Universidad Autónoma de Madrid
África se está urbanizando con mucha rapidez. De hecho, en la actualidad, es la principal transformación estructural de sus economías. Se estima que la población urbana se triplicará en poco más de tres decenios. Puede ser un motor de desarrollo económico del continente. Sin embargo, la urbanización africana está siendo-según Collier, uno de sus estudiosos más prominentes- “disfuncional”, pues las ciudades no generan suficientes empleos productivos.
Se dice “disfuncional” por cinco razones: la trampa de la congestión, la trampa de la debilidad de los derechos de propiedad, la trampa del poblamiento previo a las infraestructuras, la trampa de la informalidad y la trampa de los altos costes de producción de los bienes comercializables internacionalmente.
La trampa de la congestión, por migraciones masivas del campo a la ciudad, se produce porque estos crecientes contingentes demográficos son incapaces de generar ingresos suficientes para inversiones en viviendas salubres y se ven obligados a construir infraviviendas (“chabolas”) de manera difusa en las zonas periurbanas de las ciudades.
Se forman así ciudades enormes, dispersas, sin conectividad ni transportes-como Dar Es Salaam (Tanzania)-, desbordadas por gentes con rentas en declive, empobrecidas y hacinadas, tanto más cuanto más intentan vivir en zonas más céntricas. La superpoblación de las ciudades lleva inexorablemente a la paralasis de la ciudad. De este modo, la ciudad en vez de generar más productividad, la reduce.
La trampa de la debilidad de los derechos de propiedad es consecuencia de la falta de derechos claros sobre el suelo. Derechos, que son, en realidad, una precondición de la emergencia de un mercado del suelo formal. Porque las transacciones de suelo, en tanto que activo, sólo son posibles si la propiedad está legalmente reconocida. Un mercado formal no sólo provee a los potenciales compradores la protección del Estado, sino también les dota de un aval o seguro tan importante en grupos de población de baja renta. Por esa vía de falta de derechos, se frustra asimismo la posibilidad de elevación de los ingresos y de la productividad.
La trampa del poblamiento urbano previo a la dotación de infraestructuras provoca que éstas sean más costosas, al tener que instalarse los servicios en suelo habitacionalmente ya ocupado. Es la experiencia de la ciudad de Freetown (Sierra Leona), que creció rápidamente durante la guerra civil, la población ocupó los espacios urbanos disponibles y después desencadenó una fuerte oposición a la construcción de carreteras, creando una falta muy grave de dotación de vías de comunicación en buena parte de la ciudad.
La trampa de la informalidad es otro problema urbano muy serio. Porque al ser la conectividad manifiestamente insuficiente, se inhibe la emergencia de actividades económicas y comerciales modernas formales. Pues si la conectividad estuviera más desarrollada, los mercados locales se desarrollarían también más, se lograrían mayores economías de escala y las empresas aumentarían de tamaño. Al mismo tiempo, podrían acceder más fácilmente al crédito, mejorar la capacidad de gestión empresarial y elevar los niveles de productividad. Pero esto último no es el caso, con lo que el pulso de la productividad se debilita.
La trampa de los altos costes de producción para los bienes comercializables internacionalmente-resultado de las trampas anteriores- es un obstáculo para lograr ganancias de competitividad. Una ciudad sólo puede competir si sus costes de producción no exceden los de sus competidores globales.
En síntesis, el estilo dominante del proceso de urbanización de las ciudades africanas no permite que éstas desempeñen el relevante papel de desarrollo del conjunto de sus economías o, al menos, en la medida en que debieran hacerlo.
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