Nuevas empresas y financiación
Por Rogelio Velasco.
Profesor de Emprendimiento. IE Business School
El origen de los recursos destinados a financiar nuevos proyectos empresariales, suele estar asociado, en la mayoría de los casos, a las relaciones familiares y personales que los emprendedores puedan canalizar hacia los proyectos, además de los recursos propios.
Estos recursos son siempre limitados y no alcanzan a financiar las actividades más allá de los primeros pasos en los que se define el proyecto, se realizan algunos ensayos, se inicia la fabricación de un prototipo o comienzan contactos con agentes del sector, ya sean prescriptores, clientes potenciales o proveedores. En todo caso, son insuficientes para que la actividad emprendedora inicial pueda tener una continuidad y alcance un punto en donde los recursos que se generen autofinancien la actividad.
La financiación bancaria tradicional, suele estar ausente. La falta de garantías y la gran asimetría de información entre los agentes hacen imposible que la financiación a través de esta fuente, represente una parte significativa de los recursos que dedica una economía a financiar la actividad empresarial inicial.
No obstante lo anterior, la financiación inicial de proyectos empresariales está cubierta en más de un 85% en España por las fuentes suministradas por los recursos del propio emprendedor, familia y amigos, y por el sistema financiero. Pero ese peso tan elevado refleja, en mucha mayor medida, la debilidad de otras fuentes que la propia fortaleza de los agentes que suministran los recursos financieros.
Iniciado primero en EE.UU. y extendido después al resto de países de la OCDE, la figura de los inversores ángeles son los primeros que aparecen después de familiares y amigos en la cadena de financiación.
La importancia y el papel que juegan los inversores ángeles en España, es más reducido que el que juegan en los países de nuestro entorno. Varios factores ayudan a explicar esta debilidad. En primer lugar, el fenómeno de la financiación a riesgo de nuevas iniciativas empresariales, de una manera organizada, es relativamente reciente. En segundo lugar, la financiación a riesgo tiene poca tradición en nuestro país. Tradicionalmente, la prestación de garantías ha sido exigida para la aportación de recursos. En tercer lugar, los inversores han canalizado sus recursos de forma muy conservadora, destinando los mismos casi de manera exclusiva a actividades tradicionales, ya fuera en el sector de la construcción, del turismo, de la agricultura o de los servicios tradicionales no ligados a actividades empresariales. Por último, la falta de asociación y de organización de los mismos, provoca un cierto aislamiento de estos agentes, reduciendo su actividad inversora.
En los países de nuestro entorno, las variables anteriores tienen mayor diversidad y tradición, lo que hace posible un papel más activo de estos agentes. Estar asociados a agentes con objetivos similares, estimula la propia actividad que se ejerce. Profesionalizar la actividad inversora con el paso del tiempo, va a deparar grandes beneficios para la financiación empresarial. Esta profesionalización requiere tiempo y unos mensajes políticos y sociales, y una legislación, que la estimulen.
Y también beneficios fiscales. La ley de apoyo a los emprendedores aprobada el año pasado, representa un avance respecto de lo que existía anteriormente para estimular un papel más activo de estos agentes. Beneficios fiscales del 20% de la inversión con una deducción máxima de 50.000 euros, está lejos de lo regulado en otros países de la UE, pero mejora el régimen anterior.
Otro de los agentes clave en la financiación de nuevos proyectos empresariales –de hecho, el más importante cuando se trata de empresas de alta tecnología- es el capital riesgo. Como ocurre con los restantes agentes, la presencia en el mercado español de las empresas de capital riesgo es también relativamente reciente, aunque en los últimos veinte años se han instalado un grupo de las más importantes sociedades internacionales.
Adicionalmente, se han creado en España sociedades financiadas por inversores españoles que han dinamizado extraordinariamente el mercado. Sin embargo, estas empresas de capital riesgo canalizan sus recursos, fundamentalmente, hacia las fases de desarrollo y expansión de las actividades empresariales. Esta especialización genera en España un gran problema. La primera y la segunda ronda de financiación están cubiertas por fondos propios, familias y amigos, así como por los inversores ángeles más activos. Sin embargo, la siguiente o siguientes rondas hasta alcanzar la fase de desarrollo y expansión, no están cubiertas por ningún agente. El problema que genera esta discontinuidad es que muchas pequeñas empresas consiguen financiación inicial, pero no pueden continuar la actividad por falta de financiación de capital riesgo. Una mayor intensificación de las actividades emprendedoras relacionadas con la alta tecnología, un mayor nivel de formación de los emprendedores y una mayor orientación internacional, contribuirían a resolver este problema.
Por último, grandes grupos industriales como Endesa, Abengoa, Repsol o Telefónica, han lanzado potentes programas de emprendimiento corporativo que se ha materializado en diversas iniciativas muy favorecedoras de la actividad emprendedora. En unos casos, han creado fondos de capital riesgo corporativo con el objetivo de invertir directamente en nuevos proyectos cuyos contenidos estén directa o indirectamente relacionados con la actividad industrial de la corporación, ya sea en el sector petrolero, de energías limpias o del sector de las telecomunicaciones.
Adicionalmente, algunas de esas empresas han creado un sistema de incubadoras de proyectos que, una vez pasados determinados filtros, impulsan los emprendimientos utilizando diversas herramientas para asesorar – coaching y mentoring- a los emprendedores, así como contactos con clientes potenciales y canales de comercialización que facilitan notablemente las primeras incursiones en el mercado.
Globalmente considerado, y aún con retraso respecto de los países de nuestro entorno, en España se ha producido un notable progreso del papel e importancia de los agentes involucrados en la financiación no bancaria de actividades emprendedoras. Pero una mayor profesionalización, internacionalización y cultura de asunción de riesgos, son necesarios para que su papel pase de ser secundario respecto de otras fuentes de financiación, a jugar un papel de líderazgo.