Mucho debemos a José Luis de Urquijo y de la Puente
Por Juan Velarde Fuentes
Ha fallecido recientemente José Luis de Urquijo y de la Puente. Deja dos herencias importantes como economista. Una es una copiosa bibliografía para formar buenos especialistas en cuestiones empresariales. Tengo sobre la mesa el fruto de lo que yo llamaría la derivación de su formación en la Universidad Comercial de Deusto, ese nido del que salieron multitud de personas fundamentales para el mundo de la actividad económica privada española, y dentro de ella, y de modo clarísimo, de la vasca. Porque José Luis de Urquijo era licenciado en Ciencias Económicas por la mencionada Universidad Comercial de Deusto, pero además se había doctorado en Derecho por la Universidad de Valladolid. En la Universidad Comercial de Deusto fue profesor de estas materias, así como Profesor Encargado de la Cátedra de Política Económica de la Empresa en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Bilbao (actualmente Universidad del País Vasco). Yo he manejado, con mucho fruto, de este economista, nada menos que los siguientes libros de esta especialidad: “Impuestos sobre los beneficios empresariales. Análisis de sus principales efectos” (Instituto de Economía “Sancho de Moncada, Madrid, 1952, 222 págs.); “Análisis para decisiones financieras”, tomo I, “Análisis y estados financieros” (Ediciones Deusto, Bilbao, 1990, 180 págs.); tomo II, “Análisis de proyectos” (Ediciones Deusto, Bilbao, 1990, 137 págs.); tomo III, “Riesgo y previsiones” (Ediciones Deusto, Bilbao 1990); “Análisis de Estados Financieros” (Ediciones Deusto, Bilbao, 1994, 176 págs.). Además tiene estudios sobre la economía colonial de la etapa española de Guinea Ecuatorial, y artículos de colaboración en “Anales de Economía”, “Economía Vasca”, “Razón y Fe”, y naturalmente, en el “Boletín de Estudios Económicos” de la Universidad Comercial de Deusto.
Del libro que elaboró conjuntamente con Joaquín Ochoa Sarachaga, María Luisa Oyarzábal Fernández y Martín Usoz Ruiz, “Planificación financiera de la Empresa” (Ediciones Deusto, Bilbao), y cito por la 2ª edición, de 1963, se desprenden una serie de sanos consejos para el mundo empresarial, como éste que se lee en la pág. 262: “¡Cuántas empresas por haber abusado de condiciones excepcionalmente favorables en unos momentos lo pagan luego con creces! La política del beneficio, como toda la política financiera de la empresa, debe tomar en consideración no sólo los momentos presentes, sino un periodo más amplio… Los presupuestos de ingresos por ventas no pueden hacerse basándose en la permanencia de unos beneficios extraordinarios, sino que los precios han de evolucionar. Pasados los monopolios parciales de la variedad, la empresa se adentra en un mercado cada vez más competitivo que puede continuar siendo fructífero si se adopta la técnica y la dimensión adecuada”, todo lo cual lo liga a la obra de Joel Dean, “Managerial economics” (Ed. de l’Entreprise Moderne, París, 1959). Las citas de interés en este conjunto de aportaciones de José Luis de Urquijo son numerosísimas, y prueban que era un excelente experto en esa materia.
Pero lo que hará que quede para siempre en los trabajos que se hagan sobre la historia económica de España será haber participado en una contribución extraordinariamente valiosa: la de la distribución tanto de la renta como de la riqueza en las provincias españolas. Había hecho un intento, respecto a la renta, Juan Plaza Prieto. Se refería a la distribución de ésta en 1949, y se había publicado en “De Economía”, enero-febrero 1953, nº 22. Debe completarse este esfuerzo de Plaza Prieto con otro que efectuó, asimismo valioso, “Historia de la distribución espacial de las magnitudes macroeconómicas españolas desde el siglo XVIII hasta la actualidad”, aparecido en los “Anales de Moral Social y Económica”, 1976, nº 43. Se trataba de un esfuerzo individual valioso, pero era preciso mejorarlo, si es que se quería conocer mucho mejor nuestra economía. Añádase que tampoco eran despreciables los esfuerzos que en cuanto el conocimiento de diversas disparidades económicas regionales efectuaba Perpiñá Grau, empleando progresivamente técnicas cada vez más refinadas de teoría de la localización, vinculadas primero con la existencia de dos Españas económicas, la periférica y la interior, vinculadas al concepto de infraestructura económica –que nada tiene que ver con la jerga marxista‑, y que después en su ensayo “Corología” liga esto a investigaciones de Lösch y Chistaller, con la aparición en la Península de un vasto hexágono, con vértices en Vigo, Bilbao, Barcelona, Sevilla y Lisboa, y como centro Madrid.
Todo esto necesitaba conocerse mucho más a fondo, y eso es lo que José Ángel Sánchez Asiaín, quien se encontraba al frente entonces del Servicio de Estudios del Banco de Bilbao, con la colaboración de José Luis de Urquijo acometen, iniciando una serie de estudios de la distribución provincial de la renta de España a partir de la cifra de 1955, que culminaría en 1999 con la valiosísima obra “Renta Nacional de España y su distribución provincial. Serie homogénea. Años 1955 a 1990 y avances 1994 a 1998. Síntesis. Comparación de las Comunidades Autónomas con la Unión Europea (1959-1998)”.
Para mí la importancia extrema que tuvo este trabajo en el que tanto se debe a José Luis Urquijo, es que con él, en el año 1957, la política económica española podía ser mucho más perfecta, porque pasaba a disponerse de la “Tabla input-output” de la economía española, de 1954 –y se iniciaba una serie‑, dirigida por Valentín Andrés Álvarez, en la Vicesecretaría de Ordenación Económica de la Organización Sindical; también de la Contabilidad Nacional de España, a partir de 1954, debido al esfuerzo de Manuel de Torres, con el apoyo del Ministerio de Hacienda, y este trabajo sobre la distribución provincial de la renta, en el que mucho se debe, junto a Sánchez Asiaín, a José Luis de Urquijo. Después vendrán otras colaboraciones, como la de José Manuel González Páramo. Los complementos que a todo esto proceden de Julio Alcaide Inchausti, avalan el papel esencial que tuvieron todas y cada una de estas personas citadas.
Quedaba, sin embargo, todavía campo en este sentido sin conocer, y en él fue fundamental asimismo José Luis de Urquijo, como director general de una obra, de la que yo fui director técnico, que constituyó el “Estudio conmemorativo del Cincuentenario de la Universidad Comercial de Deusto”, desplegado en un conjunto de cinco volúmenes titulados “Riqueza Nacional de España”. Los cuatro primeros aparecieron en 1968, pero el quinto, titulado “Apéndice. Distribución provincial, actualización y comentarios”, se fecha en Bilbao en 1971. En él, aparte de recoger y puntualizar las críticas a los tomos anteriores publicados por Raymond W. Goldsmith, en “The Economic Journal”, septiembre 1970 y por C.A. Oomens en “The Review of Income and Wealth”, septiembre 1971, se recogía de ellas que en los tomos anteriores existían dos principales limitaciones: que la distribución provincial lograda se refería únicamente al 70% del valor total de la Riqueza estimada, y que nos limitábamos a suministrar los datos, pero que no los comentábamos.
Recuerdo que a mí esa crítica, hecha por dos altos economistas en sendas publicaciones de primer nivel, me parecieron aval científico suficiente, pero recuerdo que José Luis de Urquijo me dijo, y yo recogí casi exactamente sus palabras en la pág. 13 de este “Apéndice”: “Pues tenemos que completar esto, y trabajar, por un lado en distribuir la riqueza nacional de España, ahora en su casi totalidad, entre las cincuenta provincias españolas, y debemos añadir algunos comentarios”, que decidimos se centrasen en la comparación entre la riqueza o capital de los sectores y de las provincias y la renta que estos capitales generaban, es decir, comentar las relaciones capital-producto. Finalmente, decidimos actualizar las cifras de la riqueza nacional de España que se tenía a 31 de diciembre de 1965 a 31 de diciembre de 1969, con una abreviada proyección para 31 de diciembre de 1971. Observamos que estábamos, gracias a la liquidación del modelo castizo de nuestra política económica, que había tenido lugar a partir de 1959, en una etapa de tremendo crecimiento: en seis años y en términos monetarios, la nueva cifra de riqueza por habitante, superaba en un 46% en 1971 a la de 1965.
Así con estos datos, concluimos de redactar, en Deusto, esta investigación de la Riqueza Nacional y de su distribución, con el respaldo inmediato de dos jesuitas, también economistas, sin cuyo apoyo todo esto hubiera sido imposible, el padre Luis Bernaola Churruca y el padre Pedro José Arévalo Bilbao. Estoy seguro que, en el Cielo, ambos habrán abrazado a José Luis de Urquijo a su llegada a él, porque siempre observé que éste, además de ser un gran economista, era de una generosidad intelectual y de una sencillez, que se merecía este recibimiento, porque como dijo Góngora de su patriarca San José,
Guardó el pan, no para Egipto,
Sino para todo el mundo.