En memoria del profesor Raymond J.G.M. Florax (1956-2017)
Por Jorge Díaz Lanchas. Investigador de la Comisión Europea – Contacto. Twitter: jorge_lanchas; Email: jdiazlanchas@gmail.com
Hay investigadores a los que cuesta mucho más tener que decirles adiós. No sólo por su excepcionalidad profesional, sino por su valía personal. Este es el caso del profesor Raymond J.G.M. Florax.
La semana pasada recibimos la triste noticia de que el profesor Raymond Florax había fallecido de manera repentina y totalmente inesperada, siendo un batacazo tanto para los que hemos trabajado con él, como para el campo de las ciencias regionales en su conjunto. Catedrático (full professor) del Agricultural Economics Department de Purdue University y profesor asociado (associate professor) del Spatial Economics Department de la Free University of Amsterdam (Vrije Universiteit Amsterdam), Raymond Florax era uno de los máximos exponentes de las ciencias regionales. Uno de esos investigadores que no sólo ha contribuido a la disciplina, sino que ha empujado la frontera del conocimiento de ésta.
Considerado como uno de los líderes intelectuales más influyentes dentro de las ciencias regionales de la generación de los 90,[1] su labor se expandió a través de la economía regional y urbana; la economía ambiental y de la salud; y el meta-análisis. Pero sin duda el ámbito al que más esfuerzos dedicó fue el de la econometría, especialmente la econometría espacial. A lo largo de su carrera, Raymond trabajó incansablemente en el desarrollo de nuevos test y estimadores que permitiesen corregir los problemas de correlación que surgen a la hora de utilizar datos espaciales o geográficos. Esto es, el mero hecho de que dos entes cualesquiera se encuentren localizados en el espacio, genera ciertas sinergias entre ellos que, si no se capturan correctamente en nuestros modelos estadísticos, podríamos acabar incurriendo en problemas de eficiencia y de inconsistencia en nuestras estimaciones. Pese a que la teoría económica aún no ha sabido recoger convenientemente estos problemas estadísticos, Raymond Florax dedicó gran parte de su vida profesional a mostrar que los efectos espaciales son fundamentales. Propuso nuevos tests,[2] mejoró la metodología ya existente en la literatura,[3] e incluso propuso estimadores[4] con los que intentar solucionar ciertas críticas recibidas por el campo de la econometría espacial.[5]
Autor de dos libros y de más de 70 artículos académicos en revistas académicas de referencia y de primer nivel (Economi Geography, Journal of Economic Growth, Journal of Urban Economics, Journal of Regional Science, Regional Science and Urban economics, entre muchos otros), Raymond se situaba dentro del 5% de autores más citados en economía (índice IDEAS/Repec). Fue además editor durante diez años de la prestigiosa revista “Papers in Regional Science”, y editor de 10 libros que recopilaban los avances de la econometría espacial, gracias a los cuáles él mismo se aventuraba a hacer prospectiva acerca de hacia dónde se dirigiría esta rama de la econometría. Fue galardonado con los mejores premios dentro de la economía regional, recibiendo el “Premio Europeo a la Ciencias Regionales” de 2014 concedido por el Banco Europeo de Inversiones (el mayor premio europeo que se puede conseguir dentro del área). Así mismo, fue fellow del Tinbergen Institute, de la Regional Sciencie Association International (RSAI), de la Spatial Econometrics Association y del Wageningen School of Social Sciences (WASS), aparte de investigador visitante en el Netherlands Bureau of Economic Policy Analysis (CPB), Illinois University (USA), la Universidad de Barcelona, Arizona University (USA), San Diego State University (USA) y Waikato University (Nueva Zelanda).
Pero quizás su gran valía no sólo se centraba en estos aspectos profesionales sino en el entorno que Raymond conseguía crear a su alrededor. Los que hayan compartido tiempo con él, posiblemente sepan a qué me refiero. Y es que Raymond no era un investigador más al uso, sino más bien todo lo contrario. A él no le interesaba la publicación por la publicación. Su interés se centraba en la difusión del conocimiento, tal y como dejó patente en las citas de su tesis doctoral de 1992. Raymond buscaba crear escuela. En todo momento, él pretendía entablar nuevas colaboraciones, no con investigadores de reconocido prestigio con los que poder sacar las mejores publicaciones posibles, sino que apostaba y confiaba en las primeras escalas del proceso investigador, es decir, los doctorandos y los investigadores noveles. Si de algo puedo estar seguro es que éste es un rasgo que en muchos departamentos académicos cada vez más se está perdiendo. Sin embargo, Raymond era pleno defensor y entusiasta del trabajo en equipo. En todo momento trataba de huir del individualismo del investigador, la crítica destructiva y, en definitiva, de los ambientes competitivos que parecen embriagar a los departamentos académicos más punteros. Esto no quiere decir que Raymond exigiese en sus proyectos niveles de exigencia y excelencia bajos a sus colaboradores, coautores o incluso pupilos. Todo lo contrario. Él en ningún momento regalaba nada, sino que esperaba que su entorno trabajase duro con el fin de conseguir objetivos comunes. En Purdue University llegó a constituir formalmente su propio grupo de investigadores pre-doctorales denominado SHaPE (Space, Health and Population Economics). Gracias a este grupo, impulsó la creación semanal de grupos de debate en los que se ponían ideas en común, se presentaban trabajos en curso y se intentaba que todos sus integrantes sacasen sus tesis doctorales y publicaciones. Es más, tal era la influencia que tenían este tipo de actividades, que muchos estudiantes viajaban desde distintas partes de los Estados Unidos hasta Purdue University, con la intención de desarrollar sus tesis doctorales dentro del grupo de investigación de Raymond Florax. Si esto pudiese parecer poco, ya le puedo asegurar al lector que hay que tener una buena razón para querer pasar 4-5 años de tu vida en las zonas rurales del Estado de Indiana, dentro del Midwest americano y sus gélidos inviernos.
En mi caso, conocí a Raymond Florax en esta misma universidad gracias a que en ese momento estaba realizando una estancia larga de investigación predoctoral en el Departamento de Economía (Department of Economics). Raymond me permitió asistir a su curso de doctorado de econometría espacial, lo que nos llevó a entablar una buena relación que más tarde se materializaría en una doble invitación a su Departamento de Economía Espacial en Amsterdam (Vrije Universiteit) durante los veranos de 2014 y 2015. Fue durante la segunda estancia larga de 2015 en este departamento cuando pude empezar el tercer capítulo de mi tesis doctoral bajo la supervisión y colaboración del propio Raymond. Este capítulo estaba pensado para que posteriormente pudiésemos sacar un artículo académico conjunto. Y así fue, pues desde que presenté mi tesis doctoral, estuvimos trabajando en este artículo hasta justo dos días antes de recibir la triste noticia de su fallecimiento…
De todo este tiempo, no tengo más que palabras de agradecimiento a la influencia y al aprendizaje que he recibido gracias a Raymond. Puedo decir sin ninguna duda que mi formación pre-doctoral no hubiera sido la misma de no ser por esta colaboración. Por ello, agradezco no sólo la oportunidad de dar a conocer su figura, sino que también me veo en la necesidad y en el orgullo de, al menos, dedicarle estas palabras.
Descansa en paz, Raymond.
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[1] Isserman, A. M. (2003). Intellectual leaders of regional science: A half-century citation study. Papers in Regional Science, 83(1), 91-126.
[2] Anselin, L., Bera, A. K., Florax, R., y Yoon, M. J. (1996). Simple diagnostic tests for spatial dependence. Regional science and urban economics, 26(1), 77-104.
[3] Florax, R., & Folmer, H. (1992). Specification and estimation of spatial linear regression models: Monte Carlo evaluation of pre-test estimators. Regional science and urban economics, 22(3), 405-432.
[4] Delgado, M. S., & Florax, R. J. (2015). Difference-in-differences techniques for spatial data: Local autocorrelation and spatial interaction. Economics Letters, 137, 123-126.
[5] Gibbons, S., y Overman, H. G. (2012). Mostly pointless spatial econometrics?, Journal of Regional Science, 52(2), 172-191.