El peligro de focalizar los fondos europeos de recuperación Next Generation en macro-proyectos olvidando a los sectores verdaderamente dañados por la pandemia: hostelería, comercio, cultura y ocio
Por Fernando Rubiera Morollón – Profesor de Economía Urbana en la Universidad de Oviedo; Investigador de REGIOlab; Presidente de la AECR
El sector la hostelería, junto con el turismo, el comercio y otras actividades de ocio y cultura, son las actividades mas castigadas por la situación de excepcionalidad provocada por la pandemia del COVID19. A nadie se le escapa la magnitud del impacto directo en términos de empleo y producción que los cierres o las limitaciones de aforo u horario están provocando. Este impacto es especialmente intenso en un país como España, altamente especializado en estos sectores. Pero, más allá del evidente daño directo, se están produciendo efectos indirectos y previsibles consecuencias de largo plazo sobre las que queremos llamar la atención en esta entrada.
En primer lugar, buena parte de las actividades mencionadas se caracterizan por la intensidad de sus encadenamientos productivos en su entorno local/regional. El caso de la hostelería es especialmente claro. Cuando se afecta a la marcha del sector hostelero y de restauración se provoca un tremendo impacto indirecto, por la caída de la demanda que estas actividades realizan en su entorno local/regional. Recientemente, desde el grupo de investigación REGIOlab, hemos elaborado un estudio de los sectores claves de la economía asturiana con el objetivo de servir de apoyo al desarrollo de estrategias de especialización inteligente para la región (dicho estudio esta disponible en este enlace). En nuestro análisis se evidencia como la hostelería es uno de los sectores con mayor capacidad de arrastre y empuje sobre el resto de la economía. En el caso de Asturias la hostelería se ha convertido, además, en el canal principal mediante el que se comercializan productos agroalimentarios de alta calidad y valor añadido que, por su carácter artesanal, tienen difícil salida mediante canales de comercialización estándar. En definitiva, la imagen de la hostelería como un sector residual de poco impacto o bajo valor estratégico esta lejos de la realidad. Se conoce bien su relevancia como generador directo de empleo, pero además es un sector que tiene enormes efectos multiplicadores y que es crucial en el desarrollo de otras actividades de mayor valor añadido.
En segundo lugar, tanto la hostelería, como el comercio o las actividades de ocio y entretenimiento local son las que dan vida a la ciudad. Todos hemos vivido la experiencia de ver nuestras ciudades con los restaurantes, los teatros y las tiendas cerrados. Son ciudades muertas. Si se produce un daño estructural a estos sectores se estará causando un daño estructural al dinamismo y calidad de la vida urbana. Este daño estaría, además, especialmente focalizado en el centro de las ciudades, donde tienden a concentrarse estas actividades. Si los centros de nuestras ciudades pierden valor y dinamismo muy probablemente asistiremos pronto a cambios en el modelo residencial. Como se explicaba en la entrada de este mismo blog del 13 de mayo de 2020, “¿Qué modelo de ciudad puede surgir tras la pandemia?”, ciudades con un centro poco atractivo provocarán que vivir en pisos pequeños bien ubicados respecto a ese centro deje de tener sentido. En este contexto se observaría un cambio de gustos respecto al tipo de vivienda, generando mas demanda sobre el modelo de casas unifamiliares independientes y ubicadas en la periferia. Este cambio de modelo residencial tiene importantes consecuencias apuntadas en la entrada del 23 de septiembre de 2020 (“¿Anticipa la crisis inmobiliaria de Nueva York un nuevo modelo de ciudad post-covid?”).
Lo que queremos destacar en esta entrada es que los daños provocados a los sectores de la hostelería, el comercio o las actividades de ocio y entretenimiento local no se limitan a impactar sobre el empleo y facturación directa de estos sectores. Más allá de ese efecto directo habrá consecuencias indirectas, seguramente mayores a los daños directos. Son sectores fuertemente encadenados en su entorno productivo local/regional, especialmente la hostelería. Y son actividades cuyo declive afecta al atractivo y dinamismo de nuestras ciudades. Es obvio que las medidas de control de expansión del virus son inevitablemente necesarias y que, como se ha expuesto constantemente durante toda esta pandemia, no se puede establecer el conflicto entre proteger la salud o la economía, dado que salud y economía están indivisiblemente unidas. Sin embargo, es importante entender la relevancia de los encadenamientos de los sectores hostelero y comercial, así como el papel de estos y de las actividades de ocio en mantener la ciudad compacta y dinámica, para impulsar decididamente políticas de apoyo a estos sectores. Algunas ciudades han arrancado campañas de apoyo al comercio local, creando plataformas que integren a las tiendas de barrio desde las que se pueda competir con las grandes multinacionales de comercio electrónico. Algunas Comunidades Autónomas han puesto en marcha paquetes de ayudas a la hostelería, para sobrevivir a los cierres y limitaciones de horario y aforo. Pero más allá de acciones puntuales sería bueno que estos sectores, dominados por PYMES con nula capacidad de acceder a proyectos de gran envergadura, no quedaran al margen de las grandes líneas presupuestarias de los fondos de recuperación.
La Unión Europea, al definir los pilares de los fondos Next Generation, ha puesto el acento en aspectos que entiende que son clave para aprovechar el enorme esfuerzo financiero que se va a realizar en los presupuestos públicos de los próximos años en la construcción de una Europa mas sostenible, justa y eficiente. Así, por ejemplo, se entiende que tiene prioridad el apoyar grandes proyectos orientados a impulsar la transición energética. Pero la realidad es muy compleja. En varios trabajos se apunta en gran daño medioambiental que el crecimiento urbano disperso puede provocar (véase, a modo de resumen de la literatura existente, el trabajo “Recent Literature about Urban Sprawl: A Renewed Relevance of the Phenomenon from the Perspective of Environmental Sustainability”). Podemos encontrarnos con la paradoja de apoyar macro-proyectos para optimizar la sostenibilidad de nuestro sistema de energético y descuidar el rescate y recuperación un sector hostelero o el comercio local. Estos sectores son aparentemente menos transcendentes en una gran política de sostenibilidad energética, pero en realidad su caída podría implicar, en el medio plazo, el impulso de un modelo de ciudad disperso mucho menos sostenible e ineficiente energéticamente. Del mismo modo el impulso de la digitalización, para ganar competitividad y eficiencia, es otro de los pilares que inspiran las prioridades de los fondos europeos. Pero estamos viendo como una sociedad más digitalizada concentra su consumo en empresas multinacionales del comercio y la distribución o del ocio. Como consecuencia se esta perdiendo dinamismo y diversidad comercial en las ciudades y en las economías locales. Esto, en el medio y largo plazo, hará que desaparezcan entornos urbanos fomentadores de creatividad que sabemos que son fundamentales para el crecimiento de ideas y desarrollo de proyectos innovadores. En conclusión, a veces en lo micro, en lo más pequeño, en lo aparentemente menos transcendente, las tiendas de barrio o las cafeterías y restaurantes de cada localidad, puede esta la clave para conseguir una recuperación más rápida y, además, más sostenible.
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