La Riqueza de las Regiones (por la Asociación Española de Ciencia Regional

El mapa de la desigualdad regional en Europa

 

Por: Elena Manzanera Díaz (Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía)

M. Carmen Fernández Cuevas (Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía)

Joaquín Aurioles Martín (Universidad de Málaga)

En nuestra contribución anterior (“Desigualdades Regionales en la UE 27”, marzo 2014) planteamos un análisis factorial con el fin de identificar las variables que determinan la desigualdad regional en Europa. Trabajando con 22 variables y 258 regiones encontramos que más de la tercera parte de la desigualdad, en concreto un 36%, se debe a circunstancias relacionadas con el mercado de trabajo y la tecnología. Mediante la realización de un análisis clúster convencional se pueden proyectar estos resultados en el plano, obteniéndose un mapa de la desigualdad regional en Europa. En la anterior contribución se incluyó un avance en forma de mapa básico para cuatro tipos de regiones, que permitía identificar claramente una doble periferia en el Mediterráneo y en el Este, así como otros dos grupos de regiones en la Europa central y nórdica, por un lado, y la germánica por otro.

El análisis clúster permite al investigador fijar el número de grupos de regiones que considere más adecuado para su análisis, así como el estudio de los cambios en el resultado cuando se eliminan o consideran algunas variables relevantes. En nuestro caso se ha decidido, por ejemplo, eliminar a la densidad de población debido a que su elevada potencia discriminante forzaba agrupamientos que desvirtuaban patrones territoriales aparentemente consistentes de carácter económico y social. El Mapa 1 se ha construido con este criterio y ampliando sucesivamente el número de grupos regionales hasta llegar a ocho.

El resultado permite identificar claramente los dos grandes bloques periféricos en el Mediterráneo (España, Portugal, Grecia y el Mezzogiorno italiano) y en la Europa del Este. Dentro de esta última hay que distinguir entre las regiones que comparten con el Mediterráneo los peores registros en materia de empleo (antiguas repúblicas soviéticas del Báltico y parte de Bulgaria), las que presentan los peores indicadores en materia de bienestar (riesgo de pobreza y exclusión social) y renta (la mayor parte de Polonia y Rumanía) y las del tramo intermedio del Danubio (Chequia, Eslovaquia, Eslovenia y Hungría), donde la transición al mercado ha resultado menos traumática que en resto.

Entre las regiones más prósperas hay que destacar la posición privilegiada de la práctica totalidad de Alemania, con los mejores registros en las tres principales variables de clasificación (empleo, intensidad tecnológica y bienestar). Existe igualmente una periferia desarrollada cuyo principal rasgo común es el elevado porcentaje de población residente con educación terciaria, pero donde un amplio grupo de regiones (grupo 6) que ocupan la mayor parte del Reino Unido y Suecia y casos puntuales de Dinamarca y Finlandia, presentan indicadores de intensidad tecnológica, mercado de trabajo y riesgo de pobreza algo peores que en el resto de la Europa desarrollada. Por último, una amplia franja central que discurre entre el Atlántico y el Adriático a través de la mayor parte de Francia y el norte de Italia, donde también se integran Navarra y el País Vasco. El rasgo común es que los indicadores de mercado de trabajo, intensidad tecnológica y bienestar son relativamente elevados, pero a una cierta distancia de los más desarrollados.

Como se ha indicado, los resultados anteriores están condicionados por la fuerte potencia discriminante de las variables relacionadas con el mercado de trabajo, apreciándose que los diferentes modelos de relaciones laborales potencian el efecto país de manera considerable, en el sentido de forzar las agrupaciones nacionales de regiones. El Mapa 2 refleja los nuevos clúster regionales europeos cuando se eliminan las variables relacionadas con el empleo, apreciando cambios notables. Entre ellos, que las principales diferencias entre Alemania y el norte de Italia se explican por el diferente funcionamiento del mercado de trabajo y, por otro lado, que si las diferencias en materia de empleo no existieran, el nordeste peninsular español se encontraría perfectamente integrado, junto al sur de Francia, en la periferia desarrollada europea que discurre por las regiones extremas del norte de Europa y el Reino Unido y la frontera con los países de la ampliación al este de 2004. También puede observarse que los perfiles de la periferia europea más desfavorecida permanecen tanto en el Mediterráneo como en el extremo más oriental de la Unión, lo que viene a confirmar que la problemática de los desequilibrios regionales en Europa siguen siendo extraordinariamente acusados y que si bien el desempleo se mantiene como el principal problema del conjunto, el avance en la cohesión territorial obliga a plantear un cuadro de objetivos complejo en el que además del tratamiento del desempleo, especialmente en sus parámetros más dramáticos (jóvenes, mayores, larga duración y hogares con todos sus miembros en paro), se incluya una atención preferente a la educación, nuevas tecnologías y políticas sociales dirigidas a la lucha contra la pobreza y la exclusión social.