Descapitalización y exclusión del mundo rural
Por JOSE A. CAMACHO BALLESTA – Instituto de Desarrollo Regional – Universidad de Granada
La descapitalización del mundo rural estrangula su futuro, ampliando la asimetría rural-urbano cada día. Esta descapitalización afecta a todos los ámbitos de la acumulación: capital natural, físico, empresarial y humano.
Los territorios remotos tienen un claro problema de accesibilidad en un sentido amplio a los mercados de bienes y productos por parte de sus empresas, a la vez que sus habitantes se deben movilizar para alcanzar la mayoría de los servicios públicos básicos como la educación, o la sanidad. En el caso de la educación, a veces desde la básica obligando a los desplazamientos diarios de los chicos para asistir al colegio, siendo generalizado para los mayores tanto en su asistencia a una formación superior o universitaria. Los servicios de salud son un recurso escaso en el mundo rural, la atención especializada obliga a la movilidad de los pacientes a los centros comarcales o capitales de provincia dependiendo de la gravedad o necesidad del servicio.
La pérdida de capital humano, esta redoblada en dos direcciones, un proceso natural ocasionado por el envejecimiento, que provoca un abandono del saber hacer tradicional, y por otra, el no retorno de los jóvenes que adquieren cualificación y se olvidan del medio rural abrazando las oportunidades del medio urbano, incluso otros jóvenes no cualificados pero que atisban más oportunidades en ámbitos alejados del medio rural donde crecieron también lo abandonan.
En el ámbito empresarial, los mercados locales son de un tamaño reducido, el avance de la exclusión financiera y digital parece imparable y la demanda de servicios es especialmente volátil, sobre todo en los servicios asociados al turismo rural que se concentra en los fines de semana, los puentes y los clásicos periodos vacacionales, por lo que la inestabilidad en el empleo asociado a estas actividades, como alojamientos, restaurant, comercio minorista y servicios de ocio contribuyen a la precariedad ocupacional, lo cual está alejado de la profesionalización y en el medio plazo, si no se establecen las políticas activas de empleo adecuadas, pueden contribuir a un deterioro del servicio prestado. Desde una perspectiva empresarial, el capital productivo encuentra más oportunidades en otros entornos más dinámicos, aunque esté sometido a una mayor competencia, registrándose unos ritmos de crecimiento de la inversión significativamente menores que en el entorno metropolitano.
El capital físico vinculado al sector público en el ámbito rural deja de ser una prioridad para los gobiernos, la ansiedad de la asignación eficiente en el medio urbano fagocita hasta el último euro de inversión pública, favoreciendo la incomunicación física o digital del rural profundo, no es que se mejore la accesibilidad, sino que incluso es un hecho cada día más generalizado el abandono del mantenimiento de las infraestructuras existentes. Pero este abandono también afecta a nuestro ecosistema, en el sentido que la conservación del capital natural también comienza a ser una carga pesada.
En resumen, nos lamentamos de la España vaciada, pero realmente las acciones de las políticas económicas, sociales y ambientales, así como, el desarrollo de un marco normativo que invierta el flujo de recursos, factores y personas hacia el entorno rural, es una necesidad urgente. “Teruel existe”, la exclusión financiera y la continua descapitalización también.
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