Capital humano y competitividad empresarial en Andalucía
Por Pilar Campoy-Muñoz, profesora del Dpto. de Economía de la Universidad Loyola Andalucía.
La capacidad de competitividad e innovación del tejido productivo depende de la cualificación de los trabajadores y equipos directivos, pues se trata de un factor clave en la productividad empresarial. Por ello no es de extrañar que la adecuación del capital humano, entendida como la calidad y formación adecuada de los trabajadores para el desarrollo de la actividad la empresa, sea uno de los elementos del entorno empresarial considerados en el Indicador de Confianza Empresarial [1] elaborado por el INE.
Para el conjunto de España y durante el periodo 2016-2018, el 25,5% de los empresarios encuestados otorgó una importancia alta a dicha adecuación, mientras que el 55,4% le asignó una importancia media y el 19,1% una importancia baja, tal y como se muestra en la Tabla 1. Para aquellos que le concedieron una importancia alta, la adecuación del capital humano ocupa el octavo puesto en orden de relevancia sobre el conjunto de componentes del entorno empresarial, por delante de otros componentes, como por ejemplo, el coste de los inputs o la disponibilidad de infraestructuras y equipamientos.
Tabla1. Importancia de los componentes del entorno empresarial, España (2016-2018)
Sin embargo, cuando se les pregunta por cómo afectó esta adecuación del capital humano a la evolución de sus negocios, la mayoría de ellos opinan que el capital humano y su encaje con las necesidades empresariales fue el componente con un impacto más desfavorable a lo largo del periodo de estudio (Tabla 2).
Tabla 2: Los cinco componentes con impacto desfavorable por orden de importancia (2016-2018)
El nivel de formación alcanzado por la población en edad de trabajar nos permite analizar la oferta de capital humano a la que tienen acceso las empresas en las distintas comunidades autónomas. El Gráfico 1 muestra el nivel de formación alcanzado por la población activa en cada una de ellas en 2018, tomando como referencia el porcentaje de población con estudios terciarios [2]. Así pues, es posible observar que el País Vasco es la comunidad mejor situada, donde la población activa con estudios universitarios tiene un peso relativo del 53,6% y la población con estudios secundarios en ambas etapas suma el 43,3%, dejando el porcentaje de activos con educación primaria en un reducido 3%. A pesar de ello, los empresarios vascos indican que este componente también ha afectado desfavorablemente la evolución de sus negocios, aunque lo sitúan en un cuarto puesto.
Gráfico 1: Población activa según nivel de formación alcanzado (2018)
En el otro extremo nos encontramos el caso de Andalucía, aunque en esta región se ha producido un incremento en la cualificación de la población en edad de trabajar, éste ha sido insuficiente en los niveles de mayor cualificación. En el caso de la población con estudios terciarios, ésta ha aumentado en 3,7 puntos porcentuales durante el periodo 2008-2018, mientras que el conjunto de España lo ha hecho en 6,4 puntos porcentuales. En el caso de la población con estudios secundarios superiores, el incremento es menor, de 1,3 puntos porcentuales y superior al registrado en España (-0,2 puntos porcentuales) o en comunidades más dinámicas (País Vasco, 0 puntos porcentuales) y con un tamaño poblacional similar (Cataluña, -2,4 puntos porcentuales). Las cifras anteriores sitúan Andalucía como la cuarta comunidad por la cola en cuanto a peso relativo de la población activa con estudios universitarios y la penúltima en cuanto a estudios de segunda etapa de secundaria.
Gráfico 2: Variación del peso de la población activa según nivel formación alcanzado (2008-2018)
El menor nivel de formación, en términos relativos, de una buena parte de la fuerza laboral de Andalucía y, de manera complementaria, la falta de adecuación de las competencias profesionales desarrolladas con algunas de las necesidades del aparato productivo, como señalan los empresarios andaluces y como evidencia la elevada tasa de paro juvenil, incide negativamente en la productividad y competitividad del tejido empresarial andaluz. A la inversa, las debilidades productivas de dicho aparato productivo están provocando además que buena parte de los trabajadores, con mayores niveles de formación, se estén viendo obligados a emigrar, lo cual significa una importante pérdida de capital humano para la comunidad autónoma. En este sentido se hace necesario un espacio de diálogo y trabajo conformado por las instituciones educativas, las empresas y los responsables políticos en el que se articule un sistema educativo y formativo que realmente atienda a las necesidades del tejido empresarial andaluz.
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[1] INE (2020a): Indicadores de confianza empresarial. Módulo anual. Accesible en https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736163552&menu=resultados&idp=1254735576550#!tabs-1254736195534
[2] INE (2020b): Encuesta de población activa. Módulo anual. Accesible en https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176918&menu=resultados&idp=1254735976595#!tabs-1254736195128