Covid-19 y migraciones en la OCDE
Por José María Mella, profesor emérito de la UAM y miembro de AMENET (Africa, Mediterranean, and Europe Jean Monnet Network de la Unión Europea)
Acaba de publicarse un informe de la OCDE sobre los flujos migratorios durante la pandemia Covid-19, que merece la debida atención, por varias razones. La primera razón es que, en el año 2020, los flujos migratorios disminuyeron al menos un tercio respecto a ejercicios anteriores por efecto de la pandemia. Es el nivel más abajo desde el año 2003. Todas las categorías de emigrantes permanentes experimentaron una fuerte caída, sobre todo la migración familiar que sufrió la mayor disminución; así como la migración temporal que cayó también fuertemente.
La segunda razón está relacionada con el hecho de que la crisis del Covid-19 cerró un periodo de 10 años de continuo incremento de los flujos migratorios. Cierre de un periodo caracterizado por cambios considerables en los niveles de empleo de los mercados laborales. En efecto, las tasas de empleo de los inmigrantes experimentaron una reducción en tres de cada cinco países de la OCDE, mientras que el desempleo de los emigrantes aumentó en tres de cuatro países. Las diferencias en los indicadores del mercado de trabajo entre los nacidos en el extranjero y los nacidos en el país de acogida alcanzaron en media dos puntos porcentuales menos en las tasas de empleo y tres puntos más en las tasas de desempleo. No obstante, cabe advertir que los indicadores del mercado de trabajo muestran que no cambiaron significativamente en aquellos países con esquemas de mantenimiento de empleo durante las crisis y con tasas de retorno de los migrantes elevadas.
La tercera razón es de carácter político. La mayoría de los países de la OCDE han establecido restricciones a los flujos de viajeros, acompañadas de medidas temporales para mitigar los efectos de la pandemia. Medidas como agilizar la entrada de trabajadores “esenciales” (en los sectores de salud y de actividades agrícolas estacionales), permisos de ampliación de los periodos de estancia de los estudiantes extranjeros y mayores facilidades de acceso de los inmigrantes a los servicios de salud han sido prácticas comunes.
La cuarta razón tiene que ver con el comportamiento fiscal de los inmigrantes. Desde el punto de vista del impacto fiscal, debe tenerse en cuenta que, durante el periodo 2006-2018, los inmigrantes aportaron más en impuestos y otras contribuciones públicas que lo que recibieron de los gobiernos en protección social, salud y educación. En otras palabras, las contribuciones de los inmigrantes- en contra de lo que algunos dicen, sin base en datos fiables- cubren no sólo sus gastos, sino que contribuyen también a la financiación de otras partidas de los presupuestos públicos.
Por tanto, puede deducirse que el efecto económico inmediato de las inversiones en el mercado de trabajo para integrar a los inmigrantes, por efecto de la pandemia, tiene un retorno fiscal elevado. En consecuencia, hay margen fiscal en las políticas públicas para implementar actuaciones de integración de los inmigrantes en las economías de la OCDE, sobre todo en los ámbitos de la educación, la vivienda y el empleo, en tanto que recursos humanos básicos para el avance de nuestras sociedades en materias de cohesión y equidad social.
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