La Riqueza de las Regiones (por la Asociación Española de Ciencia Regional

¿Qué modelo de ciudad puede surgir tras la pandemia?

¿Qué modelo de ciudad puede surgir tras la pandemia?

Por Fernando Rubiera Morollón, Profesor Titular de la Universidad de Oviedo e investigador del Laboratorio de Análisis Económico Regional – REGIOlab

 

La crisis sanitaria nos ha nos ha dejado imágenes que nunca pensamos que viviríamos. Una de las mas impactantes ha sido ver las calles de la mayor parte de las ciudades del mundo completamente vacías. Los elementos que hacen más fuertes a algunas de las ciudades más dinámicas de España o del mundo son los mismos que en el contexto de esta pandemia las ha hecho especialmente vulnerables. Las ciudades más interconectadas globalmente son las que más intensamente han recibido el impacto del Covid19 (véase El Mundo “Globalización y covid19”). Las más densas, lo que habitualmente las hace más sostenibles y eficientes, son en las que la propagación ha sido mas rápida (véase El País “¿Por qué el Corona virus no esta afectando igual a California y Nueva York”). Las más activas social y culturalmente, con mayor nivel de interacción personal, son las que han propiciado una expansión del contagio mas acelerada y descontrolada (véase El Confidencial “Que la próxima pandemia nos pille con jardín”).

¿Hasta que punto una pandemia como la que estamos viviendo puede llegar ha transformar la forma de una ciudad? ¿Qué modelo de ciudad puede verse impulsado por esta crisis sanitaria? La respuesta a estas preguntas depende mucho de lo que ocurra los próximos meses. Si transitamos con relativa facilidad hacía la recuperación de una normalidad, aunque sea nueva o ajustada, y pronto se encuentran curas o vacunas que aminoren la amenaza del virus, el efecto sobre la forma urbana será muy limitado. Pero si este transito hacía la normalidad es más lento de lo deseado o si vivimos rebrotes que fuercen a nuevos confinamientos, es posible que se provoque una transformación estructural del modo de vivir y pensar que acabe siendo capaz de afectar a la propia forma de nuestras ciudades.

Esta crisis ha supuesto una dramática expansión de la “vida on-line”. El teletrabajo se ha expandido hasta su máxima potencialidad. Aunque, una vez que el riesgo cese se reducirá el uso de metodologías basadas en el trabajo a distancia, es seguro que muchas empresas y trabajadores han apreciado la posibilidad de reducir prespecialidad y con ello limitar la necesidad de desplazarse diariamente a un centro de trabajo común. Algo similar esta ocurriendo con la expansión del comercio electrónico, con el agravante de que muchos pequeños comercios no lograrán sobrevivir a estos meses de forzoso cierre. Incluso la tele-cultura ha experimentado una expansión que puede cambiar patrones de consumo de actividades de ocio y cultura. Todo ello reduce la necesidad de desplazarse al centro de la ciudad. Esto se une al impacto que psicológicamente han tenido para las familias el haber vivido dos meses de radical confinamiento. Durante estos días todas las familias que hayan apostado recientemente por una vivienda pequeña, aunque bien localizada respecto al centro de su ciudad sacrificando una vivienda mas amplia aunque más alejada, seguramente se ha arrepentido de su decisión.

El gráfico adjunto (tomado del libro “Economía Urbana y Regional”, Mario Polèse y Fernando Rubiera) se resumen los aspectos clave de la decisión residencial de las familias. Entran en juego dos variables principales: tamaño de la vivienda y proximidad al centro. Si el centro de la ciudad es el lugar más dinámico social, cultural y laboralmente ambos aspectos son intercambiables entre sí. Es decir, a una familia estándar normalmente consigue la misma satisfacción tanto viviendo muy cerca del centro de su ciudad, aunque para ello tenga que sacrificar metros cuadrados de vivienda, como disponiendo de una casa muy amplia, pero para la que tenga que sacrificar distancia al centro. A lo largo de la curva de utilidad representamos el conjunto de puntos que producen una utilidad similar con combinaciones distintas de las dos variables.

Pero, si algún elemento daña al centro y este deja de ser el lugar más deseado de la ciudad la indiferencia ente distancia al centro y tamaño de la vivienda se rompe. ¿Para que vamos a sacrificar metros cuadrados de vivienda por proximidad a un centro que ya no es un lugar tan dinámico social, cultural y económicamente? Esta crisis ha tenido el poder de vaciar nuestros centros urbanos de un sólo golpe. Ni problemas de seguridad, ni el efecto del turismo masivo, ni la contaminación han sido capaces de provocar un daño tan contundente (y global) sobre el centro de las ciudades. Afortunadamente es tan intenso como excepcional. Lo esperable es que, según la vida económica y social vuelve a su cauce, el centro recupere su relevancia. Pero el desarrollo del teletrabajo, el aumento del comercio electrónico y el previsible daño a largo plazo sobre el sector de la cultura puede hacer que el impacto no sea tan coyuntural.

En tan solo dos meses las agencias inmobiliarias han identificado cambios en los patrones de demanda de vivienda: aumenta la presión, y los precios, sobre las viviendas independientes con jardín creciendo los precios medios en las zonas donde abunda este modelo residencial (véase el gráfico adjunto tomado del reportaje antes mencionado de El Confidencial). De confirmarse esta tendencia estaríamos ante una aceleración de un proceso de dispersión urbana que no es en absoluto nuevo, pero que puede verse alimentado por esta pandemia como un pequeño fuego por un bidón de gasolina. En el capitulo “Muerte y vida de las ciudades europeas” del libro editado al amparo de este blog “La riqueza de las regiones: contribuciones de la ciencia regional a la sociedad” /editorial Tomson, 2019) analizamos en profundidad el aumento de una tendencia a la dispersión y perdida de densidad de nuestras ciudades. La ciudad dispersa es un modelo urbano ajeno, característico de las ciudades norteamericanas, que, sin embargo, se esta desarrollando con rapidez en las ciudades europeas. La crisis sanitaria puede provocar un crecimiento de este modelo en nuestras ciudades. Más que nunca apoyar el pequeño comercio, a la vida cultural urbana o a la hostelería puede ser vital para ayudar a preservar al modelo de ciudad tradicional europea.

Gráfico 2. Variación del precio medio por metro cuadrado de las viviendas en los municipios limítrofes a Madrid: izquierda variación en abril 2020, derecha variación interanual (construido a partir de datos de Fotocasa)

Por terminar en positivo, no todas las imágenes que nos ha dejado esta pandemia son malas. En el proceso de desescalada hemos visto lo agradable que puede resultar la vida en ciudades sin vehículos. Hemos disfrutado de paseos por nuestras calles sin contaminación y de la posibilidad de que las personas hagan uso de la totalidad del espacio público urbano. Si fuéramos capaces de frenar un deterioro de la vida y dinamismo comercial y social de los centros y barrios al tiempo que lográramos mantener a los coches fuera de la ciudad estaríamos construyendo ciudades mucho mejores.

“La riqueza de las regiones” constituye un instrumento de comunicación e intercambio de ideas promovido por Asociación Española de Ciencia Regional (AECR). Para más información sobre la actividad de AECR visite su Página Web o síganos en FacebookLinkedin y/o Twitter.