30 años de la política regional europea
Por Jorge Díaz Lanchas, investigador y profesor asociado en la Universidad Loyola Andalucía.
Recientemente la Comisión Europea ha presentado su propuesta de presupuestos y partidas de gastos para el próximo marco de financiación europeo que regirá durante el período 2021-2027. En ella, uno de las ideas más novedosas es la referente a la política regional y de cohesión, contemplando diferentes cantidades a las contempladas en los presupuesto anteriores y planteando nuevos sistemas de asignación de recursos. Como de momento se trata de una propuesta que habrá de negociar con los Estados miembro, tiene sentido que antes de sacar conclusiones acerca de las nuevas partidas de gasto, echemos una mirada hacia atrás en el desarrollo histórico de esta política. De hecho, este esfuerzo no lo haré yo, sino que ha sido recientemente la propia Comisión la que ha publicado una edición especial del informe PANORAMA analizando los 30 años que ya cumple la política de cohesión territorial.
Los inicios de esta política partieron en los años 80 tras la incorporación de las regiones de Grecia (1981), España y Portugal (1986) al mercado comunitario, todas con significativamente menores niveles de PIB per cápita respecto de la media de la UE, lo que llevó a un aumento de las desigualdades territoriales dentro de la UE. Con el objetivo de paliar estas diferencias en 1988 la Consejo Europeo decidió aumentar un 25% el presupuesto comunitario para dotar de recursos a esta política, llegando a cifras aproximadas de 69,000 millones de euros o lo que es lo mismo, el 0,3% del PIB de la UE. En ese momento, España sería la clara beneficiada de entre los países que más fondos recibió (14,000 millones de euros para España). En particular, la Figura 1 muestra cuáles fueron las regiones que se consideraron menos desarrolladas y a las que, por ende, más recursos se destinaron.
Figura 1. Principales regiones receptoras de fondos regionales. 1989-1993
Posteriormente, el presupuesto seguiría aumentando para el período 1994-1999, llegando a representar un tercio de presupuesto comunitario y el 0,4% del PIB de la UE. Estas cantidades permitirían crear, según cifras oficiales, más de 700,000 empleos en el total de la UE, con el subsiguiente crecimiento del PIB de aproximadamente el 4% en Portugal y las regiones de Alemania del Este, y de entre el 2%-1,4% para Italia, Grecia y España.
El gran cambio en el diseño de esta política llegaría con la incorporación de los diez países de Europa del Este en 2004. Para entonces, el Consejo Europeo ya estaba destinando 217,000 millones de euros a la política regional durante el período 2000-2006, para realizar una expansión posterior de 21,700 millones para los años 2004-2006 con motivo de la entrada de los nuevos socios. Esta nueva incorporación conllevó, de nuevo, el aumento significativo de las desigualdades regionales. Durante este marco presupuestario, dentro de las regiones objetivos, ya se empezó a hablar de las regiones Objetivo 1 (prioritarias) y Objetivo 2 (de ayuda transitoria). Además, los programas de gasto ya no se focalizaban sólo en asuntos de inversión en capital físico e infraestructura, sino que expandieron a otras áreas ligadas a la innovación y el empleo, de ahí que en la Figura 2 aparezcan más regiones susceptibles de ser subvencionadas que en la Figura 1.
Figura 2. Principales regiones receptoras de fondos regionales tras la inserción de 10 países miembros. 2000-2006.
Finalmente, la Figura 3 muestra el último y actual marco regulatorio de las regiones objetivos, a la espera de que se empiece a negociar el nuevo horizonte 2021-2027 como indicábamos anteriormente. De entre sus rasgos característicos destaca que España ya posee menos regiones susceptibles de recibir fondos regionales. Si bien esto pudiese ser a priori positivo, también podría venir motivado por una reducción de los niveles de renta a raíz de considerar en el cómputo a las regiones relativamente más pobres de los países de Europa del Este. A su vez, llama la atención que regiones en Francia y Bélgica hayan reducido sus status al de “regiones en transición”, muy posiblemente al tratarse de regiones con fuerte estructura industrial en declive y que más duramente han sufrido los ajustes de la crisis. Por último, es importante remarcar que la política regional en el actual marco presupuestario ha alcanzado la cifra del 34,3% del presupuesto comunitario, haciendo un especial énfasis en partidas de gasto dedicadas a la innovación, a la investigación, el emprendimiento y la generación de empleo, de ahí que en la Figura 3 aparezcan todas las regiones europeas como posibles regiones subvencionables.
Figura 3. Principales regiones receptoras de fondos regionales en el marco actual. 2014-2020.
Con todo, podemos ver que la política regional ha sido todo un hito en el proceso de integración europea. Pese a lo que se tiende a pensar, ésta no ha surgido como un acto solidario de unos países a otros, sino que hay razones fuertemente fundamentadas en la teoría económica que justifican sobradamente la existencia, y potenciación, de este tipo de partida presupuestaria. Esperemos que esto se tenga en cuenta en el nuevo presupuesto que está por llegar.
“La riqueza de las regiones” constituye un instrumento de comunicación e intercambio de ideas promovido por Asociación Española de Ciencia Regional (AECR). Para más información sobre la actividad de AECR visite su Página Web o síganos en Facebook, Linkedin y/o Twitter.