La Riqueza de las Regiones (por la Asociación Española de Ciencia Regional

Políticas ambientales urbanas: ¿son suficientes?

Políticas ambientales urbanas: ¿son suficientes?

Por José María Mella, Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid

 

El problema del medio ambiente en las ciudades de todo el mundo, y particularmente en España, es grave. Las manifestaciones del cambio climático son cada vez más evidentes. Trataré de argumentar que dicho problema podría abordarse a través de políticas ambientales; pero éstas, con ser importantes, no son suficientes si no se modifican progresivamente las bases productivas, las organizaciones territoriales y los comportamientos de los ciudadanos en las que nuestras áreas urbanas se asientan.

En efecto, cabría plantear tres grandes tipos de políticas ambientales urbanas, que intervengan en los ámbitos de la tecnología, el territorio y los estilos de vida, con objetivos de corto y medio plazo para lograr ciudades sostenibles. En el corto plazo, se trataría de utilizar recursos productivos, modos de transporte y pautas de comportamiento ciudadano más sostenibles. En el medio plazo, se sería necesario cambiar la estructura económica de las actividades, la tecnología y la forma de crecimiento de las ciudades.

En el terreno de la tecnología, se hace  imprescindible la sustitución los recursos energéticos ambientalmente menos eficientes por otros que lo sean más; esto es, menos consumidores de energía por unidad de producto. Esta sustitución podría hacerse a través de instrumentos de mercado, como la utilización de incentivos que motiven el uso de modos de transporte y equipamientos (calefacción, aire acondicionado y otros) menos contaminantes, impuestos sobre emisiones contaminantes y precios más caros de los recursos energéticamente más intensivos en el uso de hidrocarburos, gas, agua y electricidad, entre otros. Adicionalmente, podrían  establecerse ayudas para dinamizar la investigación, el desarrollo y la innovación en técnicas cada vez más limpias. Se trataría, por tanto, de modificar poco a poco las bases productivas de nuestra economía.

En el ámbito del territorio, las estructuras urbanas deben minimizar el consumo energético y la contaminación ambiental, basándose en la compactación y diversificación de las formas de hacer ciudad, la reducción de las distancias recorridas y la búsqueda de densidades demográficas ni excesivamente elevadas ni indeseablemente bajas.

Los instrumentos territoriales pueden ser de muy  diversa naturaleza, desde la reutilización de áreas/zonas/ suelos abandonados y la ampliación de la oferta de transporte público, hasta una mayor regulación del suelo no utilizado o retenido. En consecuencia, las políticas ambientales deberán incorporarse de modo efectivo a los planes generales de ordenación urbana y planes estratégicos de las ciudades para influir en la localización de las actividades económicas y residenciales en el espacio urbano y en la reducción de la presión en la capacidad de carga del entorno ambiental.

Con respecto a los estilos de vida, deberán promoverse cambios en los comportamientos privados y domésticos de los ciudadanos. Estos cambios pueden hacerse mediante instrumentos disuasivos de consumos insostenibles (con precios diferenciados de la energía eléctrica a lo largo del día, sistemas tarifarios progresivos para grandes consumidores de agua, precios de las gasolinas y gasóleos, tarifas de los aparcamientos y del transporte público) y reforzadores de consumos sostenibles (subvenciones a los electrodomésticos ahorradores de energía, a la sustitución de equipos de calefacción anticuados, a los programas de renovación del parque de automóviles).

También podrían llevarse a cabo campañas publicitarias centradas en el ahorro de los recursos escasos, el apoyo a la difusión de tecnologías eficientes ahorradoras de energía en los consumos domésticos (grifería, lavadoras, lavavajillas, climatización, arquitectura bioclimática y domótica), en los envases de los productos y en las normas sobre elementos tóxicos en artículos de consumo.

Se trataría de lograr en el medio plazo un cambio de mentalidad de los ciudadanos orientado a crear usos, actitudes y costumbres más respetuosos con el medio ambiente y cambios también de los fabricantes en las formas de producir, distribuir y comercializar los productos que deberán ser cada vez más ecológicos y sostenibles.

En definitiva, como se acaba de mostrar, las políticas ambientales para hacer frente al problema del medio ambiente no son suficientes sino van acompañadas de cambios profundos en los modelos económicos, los proyectos de las ciudades y las formas de vida de la sociedad.

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